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Adults de qualitat / Adultos de calidad

Adults de qualitat o una altra educació és possible

Cap a una formació integral i de qualitat per a les generacions adultes

Pares i mares, mestres i professors, educadors socials, treballadors del tercer i quart sector, directius i polítics, etc. tots estem cridats a millorar la nostra formació.

I com a pares, quin millor i més valuós valor podem transmetre als nostres fills que el sentit profund que cadascú dóna a la pròpia vida?

És en aquesta línia que es situa aquest blog que aquí mantenim. Si l'adult no és educat, qui educarà a les noves generacions? De què servirà una bona escola primària i secundària si no hi ha adults "educats" integralment capacitats per una conducció adient d'aquests joves? Pares i mares, mestres i professors, educadors socials, treballadors del tercer i quart sector, directius i polítics, etc. tots estem cridats a millorar la nostra formació. L'Educació d'Adults no abasta doncs solament aquells que no han assolit una formació bàsica o que aquesta els ha quedat ja obsoleta. Tota societat que es preui d'educadora ha de preocupar-se també per la formació dels adults i no solament per la dels nens i adolescents. En realitat la preocupació educativa d'una societat que vol organitzar-se formativament no pot tenir altra finalitat que la formació integral dels adults que la composen. Els nens i els adolescents seran el reflex del món adult que els envolta.

Tota persona adulta que ha aconseguit un determinat grau de formació, de maduració de la seva personalitat, ha de convertir-se en educador, doncs solament aquell que ha assolit un determinat grau de maduresa personal està en condicions de transmetre a les joves generacions allò que ell va rebre a fi d'eixamplar i augmentar el ric bagatge socialitzador, cultural i humà rebuts. I quin millor i més valuós valor podem transmetre als nostres fills que el sentit profund que cadascú dóna a la pròpia vida? Menys "discursos", doncs, i més educació per "contagi", a partir del propi testimoni. Aquest és el camí cap a una societat veritablement "educadora". Solament així una nova educació i una nova societat seran possibles.

¿Qué proyecto de mundo tenemos y con qué actitudes y compromisos estamos dispuestos a protagonizarlo?

¿Qué hemos aprendido?, ¿qué merece la pena aprenderse?, ¿cuál es la mejor manera de hacerlo? ¿cuánto creemos que deben aprender los que nos siguen?, ¿cuánto estamos dispuestos a aprender aún nosotros?

Somos el resultado de un viaje hecho de personas. El viaje que nos ha educado.

ADULTOS DE CALIDAD

Todos hemos cogido alguna vez el cuaderno de ciencias por la mañana. Hemos terminado la noche anterior nuestros deberes de matemáticas. Hemos dibujado mapas y leído y novelas que cambiaron nuestro mundo. Si ha habido una gran conquista social en el siglo XX ha sido que a ninguno nos resulte ajena la escuela.

Este mundo necesita una nueva generación de seres humanos con una educación intelectual, sentimental y estética flexible y abierta.

En medio del reto de asimilar aún este hecho, se nos abre otro de dimensiones importantes: educar a los que vienen detrás de nosotros para un siglo hecho de vértigo e incertidumbre. Genética, paz, sociedad del conocimiento, ecología, los 11 de septiembre y de marzo... son parte del menú, sólo que tenemos que encontrar respuestas para ellos y con ellos. La complejidad de este mundo, lleno de posibilidades y curiosidades, tan ajeno y tan lento aún para lo justo y lo digno, necesita una nueva generación de seres humanos con una educación intelectual, sentimental y estética tan flexible y abierta que llama la atención la pobreza y el sectarismo desde el que se discute sobre educación.

Si algo duele de unas alas, es que no sirvan más que para levantar un palmo del suelo. Sin altura, sin vuelo, no hay perspectiva, no hay reto ni sueño. Conviene recordar que a la educación, a la escuela, como a la mayoría de las cosas importantes, no le basta con una ley. No la resuelven decretos, programaciones ni competencias. Cada uno de esos trámites legislativos no debiera ser nunca el inicio, sino la apuesta por un proyecto con el que los adultos de un tiempo histórico se comprometen para hacer posible un futuro mejor.

Cuando el lugar en el que educamos a nuestros niños y adolescentes es una escuela de calidad -que no es igual que una escuela que aplica una ley de calidad- sus resultados se hacen presentes en lo cotidiano. En la escucha y el análisis, en la curiosidad y el gusto por la belleza. En elegir como ciudadanos la esperanza, la libertad y el pensamiento (auto) crítico como los gestos que resumen el aprendizaje básico que nos enseña a vivir y a hacer buena la vida.

Debemos aprender hay una manera de relacionarse con la vida y con uno mismo que merece la pena aprender, por la que vale la pena esforzarse.

Una escuela de calidad, una sociedad de calidad en la que merezca la pena vivir, sólo es posible con adultos de calidad que ejerzan (sin esconderse) desde el ámbito o desde el papel social que les corresponda. Adultos que por su forma de vivir convenzan, contagien a niños y adolescentes (y a otros adultos también) de que hay una manera de relacionarse con la vida y con uno mismo que merece la pena aprender, por la que vale la pena esforzarse.

La escuela es un proyecto exigente que, al desarrollarlo, nos obligar todos a mirarnos. A ser capaces de respondernos de vez en cuando: ¿qué hemos aprendido?, ¿qué merece la pena aprenderse?, ¿cuál es la mejor manera de hacerlo? ¿cuánto creemos que deben aprender los que nos siguen?, ¿cuánto estamos dispuestos a aprender aún nosotros?

Por eso, para hablar de educación, antes de mirar hacia las programaciones, religión sí o no, itinerarios o reválidas, los niños merecen que los adultos nos paremos a pensar qué proyecto de mundo tenemos y con qué actitudes y compromisos estamos dispuestos a protagonizarlo. No hay proyecto educativo que triunfe sin unos adultos con los que niños y adolescentes aprendan a arriesgar, a buscar, imaginar, a comprometerse al verles en los respectivos papeles que desempeñan socialmente:

1. Como profesores, adultos de calidad cuyo empeño está en que sus alumnos recuerden, a través de su trabajo y su persona, el colegio o el instituto como un lugar de referencia vital y cultural. Espacios de creatividad e iniciativa. Profesionales del conocimiento y de las emociones, a los que la calidad de su trabajo individual y de equipo les hace ser reconocidos socialmente.

2. Como padres, adultos de calidad cuyo compromiso mayor no sea contentar, cubrir necesidades o evitar problemas. Que exijan el derecho de tener tiempo para discutir, ayudar, compartir, aburrirse con sus hijos. Capaces de aunar afecto, exigencia, libertad.

3. Como profesionales, adultos de calidad a los que les importa qué se hace en las escuelas porque de las actitudes individuales y de equipo, de la capacidad de análisis y creatividad que desarrollen, dependerá la calidad de un trabajo del que nos beneficiaremos todos el día de mañana.

4. Como consumidores de información, que en Internet y televisión, estén presentes adultos de calidad conscientes de los ojos que las miran. Ojos inteligentes e ingenuos que merecen algo más que emociones, vulgaridad o el todo vale.

5. Como ciudadanos, adultos de calidad orgullosos y satisfechos por el esfuerzo de haber transmitido, a quienes tenemos la responsabilidad de educar, el deber de transformar (y no sólo mostrar o criticar) todas aquellas realidades que empobrecen la convivencia ciudadana.

Adultos capaces de tener tiempo para discutir, ayudar, compartir, aburrirse con sus hijos.No podemos seguir perpetuándonos en el error de pensar que la calidad de la enseñanza depende de la creación continua de nuevas estructuras, de nuevas leyes. Que los buenos resultados se escriben exclusivamente dentro de las aulas. Y es que detrás de los gestos que hoy nos dibujan como adultos dentro de nuestras ideas, de la forma en que expresamos los sentimientos, están todos los nombres, los lugares, que nos han construido desde que hemos sido niños. Somos el resultado de un viaje hecho de personas. El viaje que nos ha educado. Dibujar el mapa que hará crecer a los niños y adolescentes del futuro es una tarea responsable, delicada, y llena de imaginación y rigor, de placer y esfuerzo. De adultos hechos de compromiso y esperanza. Adultos de calidad. Si hablar de educación sigue sin implicar eso, todo lo que hagamos estará destinado sólo a este ahora y no al futuro. Y nacerá muerto.

¿Por qué no atrevernos, porque no arriesgar y sorprender a nuestros alumnos, a nuestros hijos, a los niños y adolescentes con los que nos cruzamos todos los días? Sorprenderles por imaginación, por placer, por curiosidad y compromiso. Por pasión por la vida y lo humano. Y hacerlo ya, porque como afirma Caballero Bonal, somos el tiempo que nos resta.

Lourdes BAZARRA, Olga CASANOVA y Jerónimo GARCIA UGARTE son profesores, especialistas en centros educativos y formadores.

Y para concluir, una reflexión lúcida sobre la forma de educar, de transmitir por parte de los adultos, de los auténticos educadores, algo realmente valioso a las nuevas generaciones, del filósofo y escritor F. TORRALBA quien en una conferencia sobre el sentido de la vida, afirmaba:

"Qué tipo de pedagogía del sentido de la vida hacemos (transmitimos a las nuevas generaciones). A veces nos preocupa mucho lo que saben nuestros hijos, como se expresan, qué lenguajes dominan, qué valores éticos han incorporado a su estructura moral... pero lo que debería preocuparnos mucho más es que encuentren el sentido que llene, que colme su vida, porque cuando una persona tiene claro qué es eso que llena su vida entonces cualquier obstáculo, cualquier adversidad, la asume, se enfrenta a todo… y también me preocupa que sepan detectar la calidad de las ofertas de sentido que hay, que puedan discernir…

Y para eso es clave la labor del “testimonio”... si uno detecta que esa persona que le educa vive con sentido su labor, su profesión..., edifica, construye, cuida, perdona, ama... y vive eso con gozo, genera un tipo de irradiación que es positiva... no es necesario mucho “adoctrinamiento”, por imitación uno desea vivir de ese modo... por tanto, es clave incluso a nivel de práctica educativa no solo que uno busque el sentido de la vida para sí, sino que cuando uno halle eso por lo que merece la pena vivir, lo irradie, lo exprese de un modo connatural... luego, cada persona deberá realizar su opción de vida libremente, el respeto a la libertad de las persona que educamos es fundamental. Einstein decía que la gran diferencia entre “educar” y “adoctrinar” es el escrupuloso respeto a la libertad del otro, pero eso no significa dejar de irradiar, de expresar lo que uno es y el modo como uno dota de sentido su vida..."



Ver también: ¿Adultos Adulterados?


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