TEMA: L'AMISTAT
Extracte del llibre LA AMISTAD
Autor: Francesco Alberoni
1.- Enamoramiento y amistad.
2.- Cómo surge la amistad? El encuentro.
3.- Amistad y ética.
4.- Amistad y preferencia.
5.- Amistad y soberanía.
6.- Amistad, individual o colectiva?
7.- Amistad y aventura.
8.- Amistad e identidad.
9.- Amistad y erotismo.
10.- Amistad y envidia.
11.- Los enemigos de la amistad.
12. Conclusión.
ENAMORAMIENTO Y AMISTAD.
La amistad sigue siendo un componente esencial de nuestra vida y es probable que
esto ocurra en la misma medida que en la antigüedad.
Iniciaremos el análisis comparando la amistad y una forma de amor con la que a
menudo se la confunde: el enamoramiento. El enamoramiento sigue la ley del todo
o nada. La amistad, por el contrario, tiene varias formas y varios grados. Va
desde un mínimo hasta un máximo de perfección.
El enamoramiento es una pasión. La amistad, en cambio, tiene horror del
sufrimiento, y cuando puede lo evita. Los amigos se buscan para estar a gusto
juntos. Si no lo logran, tienden a dejarse, a poner algo de distancia entre sí.
El enamoramiento nace sin reciprocidad y va en su búsqueda. La amistad, en
cambio, exige siempre, creemos, una cierta reciprocidad.
COMO SURGE LA AMISTAD? EL ENCUENTRO.
No nos hacemos amigos de aquellos con quienes estamos en contacto con mayor
frecuencia ni de aquellos con quienes intercambiamos favores más a menudo.
La amistad comienza como un acto discontinuo, como un salto. Llega un momento en
que experimentamos un fuerte impulso de simpatía, un interés y sentimos afinidad
con una persona. Si ya la conocíamos de tiempo atrás es como si la viéramos de
un modo nuevo, por primera vez. Llamaremos a esta experiencia, ENCUENTRO.
La amistad se construye a través de una serie de estos encuentros. Cada
encuentro es diferente, descubre nuevos caminos, nos abre nuevas perspectivas.
Cuando una amistad es verdadera sucederá esto muchísimas veces. El encuentro es
siempre imprevisible, inesperado. El encuentro es en sí un momento de felicidad,
de gran intensidad vital. Es un momento en el que comprendemos algo de nosotros
mismos y del mundo. En el encuentro sentimos que la otra persona nos ayuda a
tomar la dirección correcta. Y podemos sentirnos aun cuando nuestros puntos de
vista no sean idénticos y aun cuando tengamos una formación mental diferente. Es
más, el otro debe ser algo diferente. Esta diferencia es valiosísima en el
encuentro porque nos abre una nueva perspectiva.
En el encuentro, dos personas diferentes logran ver la misma realidad del mismo
modo. Durante el encuentro, nosotros y el otro descubrimos que estamos unidos
frente a la oscuridad o al enemigo. El otro no está con nosotros por interés o
cálculo sino porque ésa es su naturaleza y debe transitar ese camino. Desde el
punto de vista de la amistad lo que importa son estos momentos de gran
intensidad vital. Lo que ocurre en el intervalo no cuenta.
No existen reconocimiento ni amor ni amistad a plazo fijo. Las cosas sólo
adquieren dignidad cuando tienen la intención de durar, cuando proyectan vencer
al tiempo.
Cada uno de nosotros es un torbellino de deseos con un fuego ardiente en su
centro. De algún modo tocamos en el encuentro este núcleo central de nosotros.
Damos una respuesta a todo lo que importa. Qué significa entonces la pregunta
eterna: de dónde venimos, dónde estamos y a dónde debemos ir? El amigo es aquel
que cada vez nos hace entrever la meta y anda con nosotros un tramo del camino.
Por eso, a partir del encuentro con el amigo espero siempre una revelación. El
amigo me abre la puerta que deseo abrir, es a veces el sabio que me dice una
verdad que me serena y me da la paz.
El amigo no es un gurú dueño de la verdad. La revelación del amigo no es una
enseñanza. Es llegar juntos a la misma conclusión desde puntos de vista
diferentes. Es converger en la verdad. En el encuentro, al conocer al amigo me
conozco yo.
La experiencia del amigo es la único experiencia que podemos aprovechar. En
general, la experiencia de los demás no nos sirve en absoluto. No podemos
aplicarla a nuestro caso porque la sentimos ajena. Hasta los hijos tienen
dificultades para aprovechar de la experiencia de los padres. En realidad, no
logramos siquiera aprovecharnos de nuestra propia experiencia. Repetimos los
mismos errores.
Cada encuentro puede ser también, en realidad, una desilusión. Aparece entonces
la señal de la diversificación de las trayectorias vitales de los dos amigos.
Cada encuentro implica un riesgo porque debe ser afortunado. Los amigos, cuando
están juntos, están a su agrado, sonrientes, felices, porque una vez más se
produjo el milagro, se realizó el encuentro.
Pero también en la amistad se producen crisis, porque como no es algo que pueda
considerarse adquirido para siempre, se producen crisis como en toda relación
interpersonal, como sucede también en el amor entre padres e hijos o entre
cónyuges. La crisis significa que uno se siente inseguro de la amistad del otro
y hasta traicionado e incomprendido. Superar la crisis significa que el otro
vuelve a entendernos por entero y que nosotros lo entendemos. Porque en las
crisis, también nosotros malentendemos, agredimos y queremos romper. La crisis
nace siempre de una desilusión y tiende a convertirse en un duelo mortal. La
incomprensión es un síntoma inconsciente de desinterés, desprecio y hasta
agresividad. Esto significa que si un amigo no nos comprende, no ha sido un
amigo, no nos ha querido.
La crisis sólo puede resolverse en un encuentro. A este tipo de encuentro entre
amigos se le da el nombre de explicación. Explicación significa rever juntos el
pasado, remontarse hasta el momento anterior a la incomprensión y la caída. El
encuentro que resuelve la crisis supera esta prehistoria. Superar una crisis
también significa siempre superar un modo de ser propio, descubrir una
malignidad propia, una exageración propia, la intemperancia, la cólera, el modo
superficial e inadecuado de actuar. Superar una crisis significa mejorar uno
mismo, atravesar un tramo difícil del desarrollo personal.
AMISTAD Y ETICA.
La amistad se diferencia de las demás formas de amor porque elige sus objetos
con criterio moral y tiene frente a ellos un comportamiento moral. De costumbre
se define la amistad como la amistad-privilegio, la amistad-favoritismo, la
amistad-que persigue-el provecho. En realidad no se puede conquistar a los
verdaderos amigos. La amistad desea ante todo la libertad del otro y si hace el
menor esfuerzo por limitarla, cesa en ese instante de ser amistad verdadera.
Un amigo dominado por nuestra voluntad es un contrasentido. Por otra parte, un
amigo nuestro enfermo, ebrio o drogado, conservará siempre frente a nosotros una
pizca de lucidez. Nos reconocerá y luchará para permanecer lúcido en nuestra
presencia, aunque sólo sea para pedirnos que lo dejemos en paz. Ninguna forma de
amor respeta tanto la libertad del otro como lo hace la amistad. Esta llega a
puntos de extrema delicadeza. Por ejemplo, si un amigo ha hecho algo por
nosotros, algo que ha sido útil, se lo agradeceremos pero evitaremos preguntarle
por qué lo hizo. El amigo no nos debe explicaciones y es correcto que no las
busquemos. El acto del amigo debe permanecer libre hasta el fin.
El odio daña la amistad, la hiere, y el daño no es reparable. El odio no es para
la amistad un accidente del camino, es un mal, un sentimiento malévolo que no se
justifica ni se perdona. La amistad es el área social en que los humanos se
comportan con mayor corrección entre sí, mejor de lo que se comportan ante los
extraños. Es el área en la que se aplican con mayor rigor las normas morales
que, en abstracto, desearían que se aplicaran a todos (El imperativo categórico
de Kant). La amistad aspira a un ideal de perfección moral y, si esto es real,
se desprende que elegiremos como amigos a quienes así se comportan, al menos con
nosotros, a quienes desde un enfoque moral se comportan bien con nosotros. Cada
uno debe comportarse frente al amigo de modo ejemplar. Es lo que los antiguos
llamaban amistad según la virtud, o según el valor, y la norma de entonces sigue
siendo perfectamente válida aun hoy.
Significa lo dicho que elegimos como amigos a todos aquellos que estimamos y
admiramos? En absoluto. La amistad no es sólo estima, sólo admiración. También
es amor. La amistad es la forma específica de amor cuyo objeto es una persona
que apreciamos y que desde el punto de vista ético se comporta de un modo
correcto, al menos con nosotros. Por ello, amigo es quien nos hace justicia. Nos
hace justicia en un sentido profundo y vital. La vida en sí puede ser justa o
injusta. El amigo que aprecia en nosotros una cualidad que nadie había
valorizado, que nos estima por algo que los demás desprecian, nos hace justicia
en un sentido profundo. El amigo está de nuestra parte, lucha con nosotros y de
ser necesario, nos venga. Por eso nos hace justicia.
Para apreciar una cualidad se requiere una disposición benevolente. El amigo es
benevolente. Ve lo que somos y nos ayuda a ser nosotros mismos. Los demás son
indiferentes; su corazón es frío y por eso ni siquiera ven lo que en realidad
somos. Sólo el amigo nos ve por aquello que somos. Puede suceder que quien nos
hace justicia y viene hacia nosotros, tendiéndonos la mano, sea un desconocido,
pero entonces, aunque sólo sea por un instante, es nuestro amigo.
Puedo ser amigo de una persona mala si sé que es mala?
Si sabemos que un amigo nuestro se portó de un modo deshonesto, sentimos una
profunda turbación. Con el amigo queremos parecer transparentes y honestos. Por
eso, hay también quien esconde sus debilidades, sus perversidades, para
presentarse del modo mejor y con el amigo pone en juego todas sus virtudes. Una
persona puede ser virtuosa y delicada con un amigo y esconderle sus defectos. El
otro podrá entonces decir con toda honestidad: " Conmigo siempre se ha portado
bien". Es ésta una amistad verdadera? Sí, es una amistad verdadera, aun cuando
tenga algo de frágil.
Amigo es quien intuye y apela a la parte mejor de nosotros, la más buena, más
humana, espontánea, sincera, libre de envidia y gentil. El hecho de que la
amistad tenga un componente ético tan fuerte, da veracidad a la afirmación "dime
con quién andas y te diré quién eres". Los amigos son el retrato objetivo de la
moralidad de la persona. Nos muestran su rigor y su intransigencia, pero también
su amor por la inteligencia y su creatividad , y hasta su tolerancia.
Voltaire: "La amistad es un contrato tácito entre dos personas sensibles y
virtuosas".
AMISTAD Y PREFERENCIA.
Dijimos que la amistad es la forma ética del amor, pero la amistad es también
una preferencia. Ser amigo implica, siempre, ser más amado que alguien, que otro,
que la inmensa masa anónima de los demás y ser preferido a todos. Es el
sentimiento de dos hermanos, cada uno de los cuales quiere ser elegido y exige
para sí una atención más. La amistad es la exigencia de una atención personal.
En realidad, en la amistad no hay lucha. No haremos amistades ahuyentando a los
demás. Se compite por amor o por erotismo, no por amistad. La amistad está más
ligada con lo que nos individualiza como personas únicas e inconfundibles que
con aquello que nos coloca por encima de los demás. Le damos muchísima
importancia a la opinión del amigo. El es quien nos comprende, quien sabe
apreciar alguna de nuestras virtudes poco evidentes. Amigo es aquel que nos
juzga, pero no el juez de una competencia, no nos da trofeos ni premios, no nos
da riqueza ni sanciona nuestra superioridad social. La preferencia a la que nos
referimos es un reconocimiento de la individualización, de nuestra persona y su
valor.
AMISTAD Y SOBERANIA.
La amistad es un encuentro entre pares. Aunque sus condiciones económicas y
sociales sean diferentes, sólo pueden ser amigos si se encuentran como dos seres
soberanos e independientes, con el mismo poder e igual dignidad. Con frecuencia
sólo recordamos a los amigos cuando estamos en dificultades. Pero no son éstos
los momentos que constituyen la amistad verdadera. No es necesitando de contínuo
uno del otro como hacemos amistad. Es más, en este caso pueden suscitarse muchos
sinsabores. La amistad no sobrevive cuando nos ponemos en situación de necesitar
siempre de un amigo. La amistad es incompatible con un alto grado de necesidad,
porque es incompatible con un desequilibrio de poder demasiado grande. Si
recurro siempre a un amigo determinado, termino por depender de él, le otorgo un
poder que será tanto mayor cuanto más me ponga en sus manos. Este comportamiento
contrasta por completo con la soberanía de la amistad y es inevitable que
termine por destruirla, aun si el otro tiene la mejor disposición con respecto a
mí y si lo que hace por mí lo hace de buen grado. Basta con que sea desatento
una vez, o tenga dificultades o simplemente se haya fastidiado un poco para que
nos sintamos traicionados. Debo permitir al amigo que me ayude con alegría. Pero
esto presupone la necesidad excepcional y no habitual.
Puede haber amistad entre un rico y un pobre, entre una persona culta y una
inculta, entre un adulto y un niño? Hay una tendencia generalizada a responder
que no. Pero muchas desigualdades son superables si los amigos las colocan entre
paréntesis. Esto significa, en concreto, que quien posee superioridad y poder
debe poner todo a disposición del amigo sin que el otro deba por ello utilizarlo.
Por el contrario, debe aprender a no necesitarlo. Y entonces la amistad es
posible porque no se funda en la desigualdad y la necesidad, sino en lo que cada
amigo es en sí, en su valor característico y en lo que aporta para construir la
personalidad del otro. La amistad exige que no haya envidia ni avidez.
AMISTAD, ¿INDIVIDUAL O COLECTIVA?
La amistad, es una pareja o un grupo? Una antiquísima tradición nos dice con
seguridad que es la pareja. Y sin embargo las parejas de amigos inseparables,
las parejas "monogámicas" de amigos son rarísimas. La amistad, por lo general,
no tiende a formar pareja cerrada y autosuficiente. La amistad, a diferencia de
lo que sucede en el enamoramiento, no es un sentimiento exclusivo. La llegada de
otro y otros satisface a los dos amigos, al punto que esos otros, al menos en
ese momento, se comportan como verdaderos amigos. Debemos por ello concluir que
el grupo es lo específico de la amistad? Tampoco es así. La amistad sigue siendo
un vínculo estrictamente interpersonal, una preferencia, y no se la puede
confundir con la solidaridad de grupo.
Los individuos no son colocados en círculo sino uno tras otro, en fila india. No
son un ejército, una población, un campamento ni una ciudad. Son más bien
viajantes, comerciantes, exploradores que se encuentran y se dejan para volver a
encontrarse. También pueden permanecer siempre juntos porque realizan el mismo
viaje hasta el fin de la vida, pero también pueden encontrarse una sola vez. La
amistad es la red de contactos interpersonales que atraviesan los campos de la
solidaridad colectiva, sea que se trate de una pareja, un grupo o una iglesia.
Ya en la antigüedad se discutía si la amistad sólo debía ser interpersonal o si
podía también ser comunitaria. Apoyaban esta última tesis las enseñanzas de
Epicuro, el filósofo que mayor importancia dio a la amistad. El ideal de Epicuro
y sus seguidores era constituir COMUNIDADES de amigos para llevar allí una vida
de cordura y perfección. Toda su sabiduría se orienta hacia la edificación de
una comunidad fundada en la amistad, "EL JARDIN". Epicuro denomina amistad a una
relación que desde un enfoque sociológico es muy distinta: la fraternidad que se
establece dentro de un movimiento.
Quien pertenece a un movimiento se siente compañero, hermano, camarada de todos
los demás. Los compañeros -o hermanos, o camaradas- tienden a la fusión y se
consagran por entero al servicio del grupo y a su misión. El movimiento exige
una dedicación ilimitada; en los movimientos religiosos, a Dios; en los
políticos, al partido , a la patria o a la revolución. Este servicio es más
importante que el individuo aislado, que comparado con él, no es nada. Si surge
un conflicto entre el individuo y la revolución o la divinidad, el individuo
queda aniquilado. De la noche a la mañana los amigos pasan a ser enemigos. Harán
cualquier cosa por convencer a ese individuo, pero más allá de un determinado
límite, estallará el odio y se lo acusará de traición.
Compañeros y amigos no son, pues, la misma cosa. La amistad es siempre más
imprevisible que la ideología. No hace que todos sean iguales, los diferencia.
Nunca trata a dos personas del mismo modo, las individualiza. Sólo el amigo
puede ser personal, nunca el compañero.
AMISTAD Y AVENTURA.
Por qué no nos aburrimos con los amigos? Porque la amistad verdadera siempre es
aventura, exploración de los misterios de la vida, búsqueda. Así nace la amistad
durante la infancia y durante la adolescencia. Dos niños se hacen amigos
inventando juegos nuevos, dando rienda suelta a la fantasía, andando y
explorando ese mundo grande y misterioso.
En la adolescencia disminuyen, respecto de la infancia, las fantasías de
aventuras por el mundo, pero se profundiza el interés por la vida psíquica, el
mundo social y la historia. Todos son, en determinada medida, psicólogos que
escudriñan sus psiquis y la de los otros para comprender sus leyes.
En esta búsqueda de la propia identidad, y , por tanto, de las diferencias con
los demás, la persona a quien sentimos más cerca, la más estudiada, es el amigo,
aquel que está más cerca de nosotros y a quien podemos estudiar como si nos
estudiáramos nosotros mismos, viéndonos desde afuera. Por eso, el amigo de la
adolescencia no es idéntico a nosotros, es similar a nosotros y al mismo tiempo
diferente, extremadamente diferente. Es quien nos muestra una perspectiva
diferente del mundo, quien ha visto lo que no habíamos visto, quien exploró por
nosotros, y sigue explorando por nosotros, regiones nuevas de la experiencia.
En alguna medida, todo adolescente es también un filósofo porque se plantea
interrogantes cruciales: Por qué las cosas son de este modo y no de otro,
diferente por completo? Por qué estoy aquí y qué he venido a hacer? A dónde
voy y a dónde debo ir? Son las preguntas de la conciencia que despierta,
asombrada de sí y del mundo, asombrada y seducida, seducida por todo aquello que
le puede ocurrir y desorientada por todo aquello a que debe renunciar. La
amistad está ligada a estos interrogantes. La relación con el amigo señala las
posibilidades y los límites de la persona. La amistad es identificación y
diferenciación.
El encuentro entre los amigos es siempre el descubrimiento de la propia
diversidad, de la propia unidad y, por consiguiente de la propia soledad, del
propio riesgo individual. Es verdad que la amistad también da seguridad porque
el amigo está junto a uno. En compañía, los amigos pueden hacer hasta las cosas
más peligrosas. La amistad afianza y diferencia. Cuanto mayor sea la frecuencia
con que dos amigos se encuentran, más forzados se verán a transitar solos, como
dos cazadores o dos guerreros que se ayudan uno a otro pero después deben luchar
en campos distintos y afrontar a enemigos individuales.
Dijimos que la amistad verdadera es aventura, exploración, búsqueda, y dimos
como ejemplo la amistad en la infancia y en la adolescencia. Pero, no es un
error? La amistad de la infancia y la de la adolescencia, no son diferentes,
absolutamente diferentes de la amistad de la edad adulta? Observamos que los
niños riñen con sus amigos, se enojan, tienen celos y después se apaciguan. Nada
similar sucede en la amistad adulta, que no admite este tipo de caprichos.
La amistad en cuanto búsqueda inquieta es molesta. Por eso la mentalidad
cotidiana atribuye este tipo de amistad a la infancia. Más adelante, ya no hay
espacio para estas cosas. Se espera que la amistad adulta sea reposada, seria,
previsible y tediosa, como la de los amigotes o la del club. Pero no es así. La
amistad, como la colectividad, sigue siendo ella misma. Durante la infancia los
deberes comunitarios se manifiestan en la escuela, al regresar temprano a casa,
por la noche, en todas las múltiples obligaciones a las que se somete el
individuo en el proceso de robotización que fue siempre el ideal colectivo. Pero
entre el individuo y la colectividad hay tensión. La amistad toma partido por el
individuo en contra de la colectividad.
AMISTAD E IDENTIDAD.
En los momentos en que hacemos nuevas amistades nos vemos forzados a cambiar, a
replantear todo lo que hacemos y lo que somos. Muchas veces en la vida sucede
esto. En realidad, perdemos nuestra identidad y tenemos que reconquistarla.
Nuestra identidad siempre es una identidad social. Se modifican las palabras, el
lenguaje. Quien sigue hablando del mismo modo se torna incomprensible o ridículo.
La sensación de estabilidad proviene del hecho de que todos, en mayor o menor
medida, se adaptan a esta transformación y logran conservar su propia identidad.
Cada uno de nosotros encuentra sucesivamente, en su vida, distintas sociedades,
como si tuviera que detenerse cada vez en un país extranjero y recomenzar todo,
desde el principio, como un inmigrante. Como es natural, no todos los días
tenemos una experiencia de este tipo. Hay períodos durante los cuales nos
identificamos con una tarea, con un rol. Entonces sabemos quiénes somos y qué
queremos. Pero después llega el momento en que se nos presenta algo que
desentona. En general experimentamos una sensación creciente de hastío, como si
las cosas que hacemos fueran demasiado familiares para nosotros.
El hastío es síntoma del deterioro de nuestra relación con el mundo y, en
consecuencia, con nosotros mismos. El hastío sólo desaparece cuando volvemos al
mundo, cuando aceptamos el desafío, o sea, cuando buscamos nuestra nueva
identidad. En el curso de nuestra vida debemos, pues, cada tanto, dejar a un
lado parte de nosotros mismos, abandonar parte de la sociedad que nos es
familiar. Debemos perdernos para reencontrar la senda. Debemos volver a ser los
transeúntes que llegamos a un territorio desconocido.
Durante estos períodos de transformación encontramos a los amigos. El encuentro
con el amigo sólo es un aspecto del encuentro con el mundo. Comenzamos a actuar
primero en una dirección y después en otra. Es una actividad exploratoria, de
sondeo, en la que se acumulan errores y desilusiones. Y dentro de esta maraña de
relaciones y emociones tenemos los encuentros que constituyen la amistad. La
amistad no es algo que aparece, ya formado, a un lado y en contraste con la
vida. Surge en la lucha. Tiene necesidad de ansias, peligros, incertidumbres,
mentira, hipocresía, dudas. La amistad es una isla ética en un mundo carente de
moral y en el que todos están en guerra contra todos. Amigo sólo es quien, aun
siendo de ese país, es de algún modo, un forastero como nosotros y está en
nuestra misma situación. El encuentro entre los amigos se funda, pues, en las
afinidades profundas, tanto de la personalidad cuanto de la situación en que se
hallan.
AMISTAD Y EROTISMO.
Las relaciones eróticas, a diferencia de la amistad y del amor, pueden cesar en
un instante, sin lamentos, sin remordimientos y sin rencor. El amor sólo cesa
después de innumerables frustraciones. La amistad muere por trauma, cuando se la
traiciona o se la decepciona, y por ello también cesa con dolor, con amargura, y
deja una sensación de desilusión que puede durar largo tiempo.
La amistad nunca siente autocomplacencia por sí misma, la sexualidad sí. Durante
el contacto erótico la gente se dice: "cómo me gustas, qué bien lo pasamos
juntos". El erotismo tiene necesidad de proclamar el placer, el propio placer y
el placer de estar con el otro, el de estar juntos. No hay pudor alguno. Es más,
la relación erótica se alimenta con declaraciones de amor recíproco. Por el
contrario, la amistad es esquiva, púdica y silenciosa. Dos amigos nunca se dirán
"qué bien lo pasamos juntos". La amistad es un placer, produce un gran júbilo,
pero es una clase de júbilo que no se expresa. Poder corresponder, al fin, un
favor a un amigo que tanto nos ha ayudado en el pasado, es una felicidad. Una
alegría que nos hace saltar y bailar, pero no podemos expresársela. Por eso
debemos saber guardar la emoción para nosotros. Es un fenómeno curioso. Al amigo
a quien le contamos nuestras emociones más secretas, no podemos decirle las que
se relacionan con él. Y es lógico. La acción que realizamos por el amigo es
virtuosa en lo intrínseco, pero no puede hacer ostentación, no puede
autocomplacerse. No se puede decir: "mira qué virtuoso soy". Porque una virtud
que se ostenta deja de ser una virtud. Esta es la causa por la cual una amistad
verdadera y profunda tiende a no exhibirse.
Los enamorados se juran fidelidad eterna. Los amigos nunca juran, no se prometen
nada. Si alguien promete amistad a un amigo, éste lo mirará como se mira a un
loco. En la amistad, frases como: "siempre seré tu amigo", o "siempre fui tu
amigo" sólo se usan cuando el otro no nos cree y, por consiguiente, cuando la
amistad no existe. Entre dos amigos verdaderos este tipo de cosas no se dice, se
presuponen.
El heroísmo de la amistad es estoico, no admite palabrería. Se haga lo que se
haga, se limita a decir "no hay de qué" y se niega a sentir otra cosa.
El erotismo y la amistad, pueden coexistir? Sabemos ya que son diferentes y que
no pueden ser confundidos, pero esto no significa que tengan que ser
incompatibles. Amistad y enamoramiento son cosas diferentes e incompatibles. La
amistad es incompatible hasta con el amor que aparece como forma estable de
enamoramiento. El NOSOTROS de la pareja es una colectividad solidaria, con
obligaciones mútuas, con un gran control recíproco. Es lo contrario de la
amistad. Introducir en esta pareja la liberalidad de la amistad significa
destruirla. También la amistad es una forma de amor, pero distinta por completo.
Por lo general, en la relación personal hay un momento en el cual el encuentro
puede evolucionar hacia el erotismo o hacia la relación amistosa, con iguales
posibilidades. Casi siempre se opta por una u otra cosa. Y, sin embargo, amistad
y erotismo pueden convivir. Es factible la amistad entre dos personas de
distinto sexto que mantuvieron o mantienen relaciones eróticas entre sí. Esto es
válido también entre personas del mismo sexo, entre homosexuales. Es posible
porque la amistad sabe vivir una vida autónoma, no necesita del erotismo y por
lo tanto no se siente amenazada por su frivolidad.
El erotismo es ambiguo por naturaleza; dice sí y no a la vez. Es impracticable
que de una relación fundada exclusivamente sobre estas bases puede derivar la
positividad cristalina de la amistad. Pero cuando la amistad preexiste o se
construye por su cuenta, a través de los encuentros, o cuando la relación entre
los individuos se funda sobre cimientos éticos sólidos, el erotismo no la
destruye.
El erotismo no genera amistad, pero la amistad es compatible con el erotismo. Lo
que importa es la confianza, la fe, la lealtad espiritual. Cuando se dan estas
condiciones, cuando el erotismo sólo es un componente del encuentro, puede vivir
junto a la amistad, igual que puede vivir junto al amor nacido del enamoramiento.
Dentro de la amistad, el erotismo es siempre un apéndice, algo que no es
esencial, que no interfiere ni debe interferir los fundamentos de la amistad.
AMISTAD Y ENVIDIA.
El poder y la agresión dominan la vida cotidiana. El amigo es aquel que no tiene
un comportamiento mezquino con nosotros. Esta afirmación también es válida para
las habladurías. Ningún amigo hablará mal de nosotros. Si otros se reúnen para
murmurar de nosotros, el amigo nos defenderá o se irá de inmediato. Tampoco se
detendrá a escucharlos para después contarnos lo sucedido. El que actúa de este
modo, el que viene a transmitirnos las perversidades que los demás dijeron de
nosotros, siente placer al hacerlo y no es, entonces, nuestro amigo.
Los amigos son magnánimos uno respecto del otro. Son grandes señores. Por
instinto excluyen cuanto podría perturbar nuestra grandeza. El encuentro con el
amigo interrumpe, pues, la trama compacta y abyecta de la vida de todos los días.
Es un momento de paz y serenidad olímpica, más allá de intrigas y
confabulaciones.
La ambivalencia domina la vida cotidiana. Hacia los demás y también hacia
nosotros, sentimos con frecuencia no un sentimiento único, sea amor u odio, sino
ambas cosas mezcladas. Amamos y odiamos a un tiempo. El único vínculo afectivo
incompatible con la ambivalencia es la amistad. Podemos ser ambivalentes
respecto de nuestros padres o de nuestros hijos. Por el contrario, no podemos
ser ambivalentes respecto de nuestros amigos. Si lo somos, la amistad sufre por
esa causa, y si la ambivalencia continúa, la amistad se extingue.
Los amigos son pares, son semejantes. A menudo tienen los mismos valores. Cada
uno aprende del otro lo que se debe hacer y lo que se debe desear. Y sin embargo
no hay envidia. Si los amigos advierten que desean una cosa que pertenece al
otro, interrumpen de inmediato su identificación acerca de este punto y crean
una distancia. En otras palabras, ahogan el deseo. Hemos visto que la amistad
sólo es posible cuando los amigos son capaces de limitar sus deseos, reducir sus
necesidades y prescindir de ellas. En la amistad, renunciar al deseo del amigo
es a un tiempo natural y agradable. Cuando lo hacemos, tenemos la clara
impresión de sentirnos mejor, de ser, con mayor intensidad, nosotros mismos. De
la misma manera no podemos desear a la persona que nuestro amigo ama.
LOS ENEMIGOS DE LA AMISTAD
Cuáles son los enemigos de la amistad? Mencionamos la envidia, la ambivalencia
y el poder, pero no son los únicos. En la vida de cada día, las grandes
estructuras sociales basadas en la utilidad, la organización y el mercado son
también grandes enemigos de la amistad.
Cabe preguntarse entonces, cómo puede seguir existiendo la amistad en el mundo
moderno, dominado por relaciones utilitarias? Se aísla? Es que la verdadera
amistad sólo es la amistad-refugio en donde podemos ser nosotros mismos en medio
de un mundo inquieto? No, la amistad puede muy bien florecer ahí donde la
actividad es más intensa, donde las relaciones entre personas se multiplican.
CONCLUSION.
A manera de conclusión analicemos este problema: puede el padre ser amigo del
hijo y el hijo del padre? Pueden dos hermanos ser amigos? Y dos cónyuges? En
este punto los sociólogos están divididos. Hay quienes sostienen que las
relaciones entre consanguíneos son muy diferentes de las que se entablan entre
amigos. Otros consideran, por el contrario, que la amistad puede existir en
todas las vinculaciones.
La amistad necesidad de la igualdad. La relación padre-hijo conlleva una
desigualdad, aunque sea potencial. En determinados momentos el padre se siente
amigo del hijo, pone su autoridad entre paréntesis, olvida algunos de sus
anhelos. Pero si el hijo se comporta mal y acaba envuelto en una situación
peligrosa, debe recordar su deber paterno específico. También la relación entre
hermanos puede ser de tipo amistoso. Pueden trabajar juntos, divertirse juntos,
pasar la vida uno junto al otro, como dos amigos. Pero los hermanos tienen
obligaciones recíprocas que dos amigos no tienen.
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