| "EL AMOR PARALIZADO"  
Revista l'EXPRESS. París 14-20 febrero 1981 
Traducción del francés. 
 
 
Es la fiesta. Bajo un ritmo sincopado de slow-rock, una Venus de Milo radiante 
sin brazos ni piernas se deja llevar como un niño en los brazos de un gran 
muchacho. Alrededor de ellos, los parapléjicos bailan el vals en sus sillas de 
ruedas y los meópatas se zarandean sobre la espalda. Esta bacanal patituerta 
abre "L'amour handicapé", el documental filmado del suizo Marlies Graf. 
 
Si es voyeurismo esto de ir a ver el otro lado de los tabúes, entonces sí, hay 
que hacerse voyeur a través de este film único, a menudo difícil, pero siempre 
tierno, y que se atreve a hablar de sexualidad por la boca de los que hasta 
ahora parecía prohibida. 
 
La mujer-tronco se llama Therèse. Está casada desde hace poco. La gente le ha 
preguntado si podía tener hijos. Es lo que ella traduce por: "Pero, realmente, 
usted puede tener una vida sexual, de placer?". El tabú es sólido. Data de los 
principios de los tiempos, sobrevivencia de los más aptos, selección natural, y 
así sucesivamente. El inválido salvado de un accidente puede, ciertamente, 
engendrar niños magníficos. Para otros existe la contracepción. Pero los viejos 
reflejos perviven. En este film un joven italiano, Paolo, bien plantado y sin 
menoscabo físico explica "Estar entre los minusválidos es pasar su tiempo 
teorizando, intentando vencer la barrera formidable que representan las normas 
estéticas. Y es a menudo el fracaso y, por ende, la culpabilidad". Así, vemos al 
joven echarse junto a su amiga, una meópata cuyos músculos ya no responden. 
Ellos se miran. Ella plena de deseo; él abochornado, casi preso del pánico; no 
pasa nada. Hay un bloqueo; escena terrible. De repente se revela la potencia de 
las inhibiciones. No "las suyas"; en cambio, sí las de los no-inválidos viviendo 
con disminuidos. 
 
"El chico tiene el mérito de ser honesto", me dice Jean-Luc. En esta secuencia 
ha ido hasta el final de sus contradicciones. Si hay bloqueo es menos respecto a 
la pareja minusválida como a su propia sexualidad. Jean-Luc Heridel tiene 23 
años, un cuerpo de niño, una cabeza de hombre maduro y unos miembros nudosos 
como las ramas de un olivo. Lo encontré en Sarcelles, en uno de esos bloques 
defectuosos y pringosos donde convive en el rellano con otras quince personas en 
sillas de ruedas. 
 
Un verano, Jean-Luc hizo un campamento, lejos de sus compañeros lisiados. "Necesitaba 
respirar lejos de allí. Me aceptaron enseguida. En teoría, al menos. La gente 
del campamento tenía esta ideología de que "somos todos iguales", y "no por ser 
minusválido dejarás de tener una vida sexual". Pero cuando he querido ir más 
lejos, la relación se ha roto. Lo que he oído a menudo es: "Te aseguro que te 
quiero bien, pero prefiero que sólo seamos amigos..." Jean-Luc vive solo. Sin 
embargo, desde hace dos años ve a una chica de vez en cuando. No es disminuida. 
 
En un periódico sueco especializado leí este anuncio: "Chico no disminuido busca 
chica disminuida para relacionarse". Por qué precisamente una minusválida? 
Ambiguo. Y quién es el chico en cuestión? Un católico culpable y lleno de 
compasión? Un intelectual militante del Amor Universal? Un frustrado, un 
voyeur o un perverso sádico? Para Jean-Luc "Es verdad que existe gente que va 
hacia los minusválidos porque tiene problemas, porque se quieren tranquilizar o 
porque salen beneficiados. Pero las parejas que se establecen sobre tales 
relaciones quedan limitadas. Al cabo de un momento fracasan". 
 
A la inversa, Jean-Luc conoce casos en los que la relación es sincera. 
Recientemente, dos de sus amigos se emparejaron. Ella no es minusválida; él, en 
cambio, está muy disminuido: "Los educadores pensaban realmente que el chico 
estaba condenado a vivir solo. Todo el mundo se sorprendió. El director de 
nuestro centro organizó incluso una reunión para hablar de ello. Pero, desde 
cuando hay que reunirse para disertar sobre la vida privada de la gente? Como 
si se hablara del cruce de especies zoológicas!" 
 
Está rabioso Jean-Luc de estar encerrado en su gheto: "Siempre el enfermo, jamás 
el individuo". Y él se mueve. Junto con otros ha creado una asociación, "Los 
minusválidos en pie". Pero, sobre todo, se presenta a las elecciones 
presidenciales: "1981 es el Año Internacional" de los minusválidos. Hemos 
pensado que era demasiado tonto que siempre sean los mismos, los especialistas, 
los que hablan una vez más en nuestro lugar". 
 
Un candidato que las revistas han tenido hasta ahora en la sombra. Su plataforma 
electoral: desarrollar la accesibilidad a los lugares públicos y a los medios de 
transporte. Luchar contra los empleos degradantes o despreciables (al estilo de 
plegar cartones) y el bajo precio (entre el 50% y el 90% del salario mínimo 
inteprofesional). Buscar, por fin, soluciones a la soledad moral y a la miseria 
sexual. 
 
El pasado octubre hubo en París el primer congreso MINUSVALIA Y SEXUALIDAD, 
organizado por el Dr. Jacques Waynberg. Hace diez años el mundo médico ni tan 
siquiera se hacía la pregunta sobre la existencia de la sexualidad en los 
minusválidos motores. Esta vez se les reconoce esa sexualidad. E incluso en el 
parapléjico, ya que la parálisis no es ya sinónimo de impotencia. Pero hasta 
llegar aquí se ha necesitado unos médicos que revisasen sus propias concepciones 
de la sexualidad. Que admitan, por ejemplo, que ésta no se reduce sólo al coito. 
Y que el placer, aunque no el orgasmo, puede venir de la estimulación de zonas 
erógenas extragenitales. 
 
Un parapléjico es, a menudo, un muchacho de 20 años que se encuentra condenado a 
la silla de ruedas después de un accidente de coche o de moto. Y que no quiere 
renunciar, sin embargo, a todas sus pulsiones. Después de una encuesta, hace 
diez años, resultó que los dos tercios de los minusválidos suecos eran 
favorables a la idea de que una tercera persona ayude a la realización de la 
relación sexual, incluso si tiene que participar efectivamente en el acto. En 
los Países Bajos incluso se ha creado un servicio de ayuda sexual asegurada por 
voluntarios. Curiosidad? Monstruosidad? 
 
Para Jean-Luc es como ver a una prostituta: "Te sientes bien en el acto, pero el 
problema afectivo continua. Yo fue al barrio rojo de Amsterdam. Una chica me 
abordó. Miré tras de mi para asegurarme que era a mi a quien se dirigía. En 
Pigalle es la chica la que vuelve la cabeza cuando uno llega con su sillón de 
ruedas". En el bello film de Dalton Trumbo, "Johny cogió su fusil", Joe tiene el 
rostro y los miembros arrancados por un obús. Debe guardar cama de por vida. 
Sueña con su novia a la que conoció justo una noche antes de la guerra. La 
enfermera, al sentirlo reaccionar, lo alivia. Vemos entonces el cuerpo dolorido, 
que ha sobrevivido un año como un vegetal, saltar de alegría. 
 
En "L'Amour Handicapé" una mujer joven, Ursula, suelta: "Lo peor es que te 
rechacen. Como se tiene miedo, uno se las arregla para no tener deseos". Hay más 
de 300.000 minusválidos motores en Francia. No irán a ver la película. 
Contrariamente a lo que sucede en Suecia o en los Países Bajos, el acceso a la 
mayoría de las salas les está vetada. CUESTIÓN DE SEGURIDAD 
		  
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