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TÉ EN EL SÁHARA (1)
(Cuento de Outka, Mimouna y Aicha)
Cerca del bled de Marhnia hay tres muchachas de la montaña que se llaman Outka,
Mimouna y Aicha.
Salen a buscar fortuna en el M’Zab. La mayoría de las muchachas van a Argel, o a
Túnez, o vienen aquí para ganar dinero. Pero éstas quieren una cosa por sobre
todas las otras. Quieren tomar té en el Sáhara.
En el M’Zab todos los hombres son feos. Las muchachas bailan en los cafés de
Ghardaia, pero están siempre tristes: siguen pensando en tomar té en el Sáhara.
Pasan muchos meses en el M’Zab y ellas siguen tristes, muy tristes, porque todos
los hombres son tan feos. Muy feos, como cerdos. Y no pagan a las muchachas lo
suficiente para poder ir a tomar té en el Sáhara.
Un día llega un Targui alto y guapo, montando un hermoso mehari; habla con Outka,
Mimouna y Aicha, les cuenta cosas del desierto, allá donde vive, del bled, y
ellas lo escuchan con grandes ojos. Después les dice: “bailad para mí”, y ellas
bailan. Entonces hace el amor con las tres y les da una moneda de plata a Outka,
una moneda de plata a Mimouna, una moneda de plata a Aicha. Al amanecer monta su
mehari y parte hacia el sur.
Desde entonces, las muchachas están muy tristes, los hombres del M’Zab les
parecen más feos que nunca y sólo piensan en el Targui alto que vive en el
Sáhara.
Pasan muchos meses y todavía no han ganado lo suficiente para ir al Sáhara. Han
conservado las monedas de plata, porque las tres están enamoradas del Targui. Y
siguen estando tristes. Un día dicen: “Acabaremos así, siempre tristes, sin
haber tomada nunca té en el Sáhara. Tenemos que ir como sea, aun sin dinero.”
Reúnen todo lo que poseen, incluidas las monedas de plata, compran una tetera,
una bandeja y tres vasos y toman billetes de autobús hasta el Goléa. Y al llegar
allí les queda muy poco dinero y se lo dan todo a un bachhamar que va con su
caravana al sur, al Sáhara.
El bachhamar les permite unirse a la caravana. Y una tarde, cuando está por
ponerse el sol, llegan a las altas dunas y piensan: “Ah, ahora estamos en el
Sáhara; vamos a preparar el té”. La luna se levanta, todos los hombres duermen,
salvo el guardián. Sentado junto a los camellos, toca la flauta.
Outka, Mimouna y Aicha se alejan silenciosamente de la caravana con la bandeja,
la tetera y los vasos. Buscan la duna más alta para contemplar desde allí todo
el Sáhara. Después prepararán el té. Caminan largo rato. Outka dice: “Veo una
duna más alta.”
Y van y trepan hasta la cima. Entonces Mimouna dice: “Allá veo otra. Es mucho
más alta y desde allí podremos ver hasta In Salah.” Van y es mucho más alta.
Pero al llegar a la cima, Aicha dice: “¡Mirad! Aquélla es la más alta de todas.
Veremos hasta Tamanrasset. Allí es donde vive el Targui.” Salió el sol y
siguieron andando. A mediodía tenían mucho calor. Pero alcanzaron la duna y
treparon y treparon.
Cuando llegaron a lo alto estaban muy cansadas y dijeron: “Descansaremos un rato
y después prepararemos el té.” Pero primero dispusieron la bandeja, la tetera y
los vasos. Después se tendieron a dormir. Y entonces, muchos días después, pasó
otra caravana y un hombre vio algo en lo alto de la duna más alta. Y cuando
llegaron encontraron a Outka, Mimouna y Aicha; yacían en la misma posición en
que se habían dormido. Y los tres vasos estaban llenos de arena. Fue así como
tomaron té en el Sáhara
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[1] Relat inclòs en la novel·la de Paul Bowles, 1949: “El cielo protector”,
Alfagura/Bolsillo. Va ser adaptada al cine per Bernardo Bertolucci.... (página
336: “Alguien le había dicho alguna vez que el cielo esconde detrás la noche;
que protege al que está debajo del horror de lo que hay arriba...”)
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