La muerte no es el final
Buscando respuestas reales a preguntas universales: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿A dónde vamos después de morir?
Somos seres espirituales viviendo experiencias en un cuerpo físico, un ser espiritual que tiene una experiencia de aprendizaje en el mundo físico.
El mundo que conocemos es sólo uno de los muchos «lugares» en los que existimos.
Cada uno de nosotros tiene un plan designado para la vida en la Tierra, que poco a poco se va desarrollando ante nuestros ojos y del que no somos conscientes.
La muerte física es simplemente la muerte del cuerpo físico.
En el seno de la humanidad está emergiendo un profundo cambio de conciencia. Son ya muchas las personas que, de un modo u otro, se interesan por los procesos de la conciencia. Su número crece sin cesar en todo el mundo. Cada vez son más las que sienten de forma intuitiva que, para hacer frente a los cambios acelerados y fundamentales del mundo contemporáneo es preciso funcionar de otra manera y encontrar otras respuestas a las tradicionales sobre el gran misterio de la vida. Nos encontramos ahora en el umbral de una gran revolución de la inteligencia y del conocimiento, que comienza a producirse gracias a la integración de los datos de la ciencia, la psicología y la espiritualidad. Un gran número de seres humanos están dispuestos a dar un salto adelante para vivir con mayor plenitud, a realizar un viaje apasionante que nos lleve a una mejor comprensión de la conciencia humana y su misterio, y por ende de toda nuestra existencia. (Annie Marquier)
Empecemos recordando el dicho popular: «Todo depende del color del cristal con que se mira…» Estamos habituados a captar, ver, percibir la Realidad de una determinada manera. Nuestro sistema perceptivo y los condicionantes culturales en los que estamos inmersos nos encarrilan hacia una determinada manera de ver y percibir la Realidad. Nuestro sistema perceptivo solamente nos permite acceder a un espectro muy reducido de la amplia Realidad (igual como nuestros ojos o nuestros oídos solamente nos permiten captar determinadas longitudes de onda lumínicas o sonoras). Un dato científico reciente: solamente un 7% de la totalidad de la energía y la materia que integran el Universo corresponde a la materia tradicional, o sea a las cosas que podemos ver y tocar, desde planetas y estrellas hasta nuestros propios cuerpos. Nuestro problema es que estamos demasiado apegados a lo que captamos y percibimos por nuestros 5 sentidos. A menudo nos confundimos y creemos que lo que vemos, oímos o tocamos es la Realidad entera, toda la Realidad, sin darnos cuenta de que esa visión es parcial y a veces incluso la podemos considerar como falsa. A continuación, vamos a adentrarnos en una nueva forma de ver, en una nueva manera de acercarnos a la Realidad, adoptando una perspectiva diferente a la habitual, otra manera de captar, ver y percibir la Realidad, de contemplar nuestro mundo, de contemplarnos a nosotros mismos y al Universo entero.
A comienzos del actual siglo XXI han tenido lugar unos fascinantes descubrimientos de la ciencia sobre los fenómenos de la conciencia. Hoy podemos concebir el Universo como un organismo en desarrollo, dotado de «Inteligencia» y «Conciencia». Nosotros formamos parte de él, nos movemos y evolucionamos con él. En su seno nuestra tarea como seres humanos es aportar «valor» a esa Conciencia universal cósmica. Y ello mediante el desarrollo positivo de nuestra propia conciencia personal. La Realidad es mucho más amplia que lo que perciben nuestros sentidos o podemos imaginar. No estamos capacitados para captar y comprender toda su complejidad y grandiosidad. Estudiosos, investigadores, pensadores, grandes sabios, contemplativos y místicos de todos los tiempos han intentado penetrar mediante la razón o la intuición en esas recónditas dimensiones de la Realidad que habitualmente nos están veladas y con sus maravillosas aportaciones nos han acercado a unos planos de la Realidad que la gente común no estamos acostumbrados a percibir ni a acceder…. Han intentado penetrar en cuestiones como qué es el ser humano, qué es la vida, en qué “mundos/ámbitos/planos” se desarrolla nuestra existencia, quiénes somos realmente, de dónde venimos y a dónde nos dirigiremos tras la muerte… Las respuestas que esas grandes tradiciones sapienciales nos han dado y que en la actualidad no paran de darse a primera vista parecen absurdas, imposibles, irracionales, ilusorias, quiméricas… Desde esos ámbitos de investigación se suelen hacer afirmaciones que tomadas en frío a más de uno le parecerán absolutamente descabelladas, disparatadas, absurdas… pero contempladas en su contexto y habiéndote adentrado progresivamente en todo su argumentarlo, no carecen de lógica e incluso al final pueden considerarse más reales incluso que la misma realidad habitual, realidad ésta considerada por algunos grandes sabios, contemplativos y místicos, como irreal e ilusoria, como algo no realmente real, como “ilusión”…
Es un lugar común la creencia, muy extendida entre nosotros, que la muerte supone el final de nuestra existencia. Hay otro punto de vista que rechaza la noción de que la muerte sea la aniquilación definitiva de la conciencia. Según esta tradición algún aspecto del ser humano sobrevive cuando el cuerpo físico deja de funcionar y acaba por destruirse. Este aspecto ha recibido muchas denominaciones, como psique, alma, mente, espíritu, ser y conciencia. Con uno u otro nombre, la noción del paso a otra esfera de existencia tras la muerte física es una de las más venerables de las creencias humanas. En los últimos veinte años, nos hemos maravillado con las sorprendentes experiencias de miles de personas que volvieron de la muerte. Personas que estuvieron clínicamente muertas por unos instantes y que, al volver a la vida, luego de las maniobras de resucitación, relataron las experiencias vividas durante ese lapso. Esto es lo que se conoce como experiencias cercanas a la muerte (ECM), experiencias de cuasi-muerte o muerte inminente… Ahí están los testimonios, las experiencias personales, las evidencias acumuladas, la diversidad de fenómenos investigados por la ciencia de la conciencia… Por sorprendentes que nos parezcan ahí están las vivencias experimentadas por algunos pacientes en relación con algunas de las grandes cuestiones arriba planteadas sobre la posibilidad de un «más allá» no soñado sino real… Toda una nueva perspectiva maravillosa que intenta acercarnos a la comprensión de otros planos o dimensiones de la Realidad en los que parece que se desarrolla nuestra existencia seamos o no conscientes de ello…
Desde la antigüedad, grandes sabios, pensadores y filósofos han intentado explorar este campo y resolver algunas de sus cuestiones fundamentales. Sin embargo, no tenían pruebas de lo que dijeron, ni fueron escuchados por el mundo en general, por lo que la incertidumbre y el miedo aún eran profundos. (Joaquín CAMARA)
Somos energía, puesto que no somos otra cosa que un conjunto de átomos que vibran en una frecuencia determinada, animados por un principio consciente e inteligente que los mantiene en cohesión. Cuando este principio se retira, cuando nosotros nos retiramos, el cuerpo comienza lentamente a desorganizarse. La muerte no es otra cosa que la retirada del principio consciente, que regresa a su estado natural, al mundo de la esencia. (J. L. CABOULI)
El Todo: Inteligencia y Conciencia únicas
«Cada uno de nosotros se enfrenta a un misterio, nacemos en este universo, crecemos, trabajamos, jugamos, nos enamoramos y, al final de nuestra vida, nos enfrentamos con la muerte. Y entre toda esta actividad constantemente nos enfrentamos a una serie de preguntas abrumadoras: ¿Cuál es la naturaleza del universo y cuál es nuestra situación en él? ¿Cuál es el sentido del universo? ¿Cuál es su propósito? ¿Quiénes somos y cuál es el sentido de nuestras vidas? ¿Cuál es nuestro destino?» (David Peat).
Los recientes avances de la ciencia y las grandes tradiciones sapienciales de todos los tiempos se han interrogado por el origen, la evolución y el destino del Cosmos y de todo cuanto en él existe y han hablado de la existencia de un Principio único, esencia y sustento último de cuanto es, e Inteligencia rectora del cosmos. Existe un «algo», una inteligencia suprema, mente universal, energía divina o poder supremo, Fuente de todo, Conciencia suprema o Dios que ordena el Universo, que es infinita y todopoderosa, que está en todo y en todos, que todo lo penetra, que todo lo sabe y con la que estamos en permanente interacción. Esa Inteligencia, esencia, presencia, es común a todas las cosas. «Inteligencia» y «Conciencia» constituyen, pues, el entramado íntimo y la sustancia misma del Universo. El ser humano participa de forma especial de esa «Inteligencia» o «Conciencia» única. La vida humana tiene como propósito fundamental: el desarrollo de la «conciencia», mediante el reconocimiento de esa ley universal, esa voluntad divina, que rige el Universo. Nuestro propósito: tomar conciencia, ampliar nuestra consciencia sobre cuál es nuestra situación en relación con la totalidad de cuanto existe, una Realidad de la cual cada uno de nosotros formamos parte y con la que estamos misteriosamente interrelacionados.
¿Qué es el ser humano?
Según recientes interpretaciones científicas el Universo es un Todo en el que todas sus partes están interrelacionadas. Y formando parte de él, como un componente básico, se encuentra la «Conciencia» que es percibida sin límites de espacio y tiempo. Una «Conciencia» universal, cósmica, de la cual participa el ser humano. Los seres humanos estamos constituidos por energía colapsada (materia) + «conciencia». La «conciencia» es parte del ser humano, es un rasgo esencial de la naturaleza humana. Aquí el término «conciencia» vamos a considerarlo como sinónimo de «mente» o «alma». Científicamente podemos entender el «alma» como un paquete individualizado de energía con información. El «Ser» o el «Alma» constituye el aspecto del ser humano portador de las más elevadas cualidades del corazón y del espíritu que puedan concebirse.
Según el antiguo paradigma interpretativo el ser humano es un animal —con un cuerpo físico que tiene un cerebro racional (un neocórtex que otros animales no tienen) y un alma. Desde esta perspectiva el ser humano es visto como un animal racional con capacidad de trascendencia, como un ser físico que tiene una experiencia espiritual, en lugar de como un ser espiritual que tiene una experiencia de aprendizaje en el mundo físico. La emergente visión actual, por su parte, considera que el Universo está constituido por dimensiones diversas, mundos energéticos de diferente frecuencia vibratoria. El nuevo paradigma post-materialista considera al ser humano como un ser espiritual, compuesto esencialmente por energía e información: somos energía densa o «materia» y «conciencia» (con diferentes grados de desarrollo o niveles de conciencia individual, diversos niveles de evolución de la conciencia). Según este nuevo paradigma la realidad más “real”, más significativa del ser humano reside en la «conciencia», en el «alma», que tiene existencia eterna. En el curso del proceso evolutivo, el ser humano tiene que pasar por distintas etapas. El ser humano avanza sistemáticamente hacia una conciencia cada vez más amplia. El alma pasa por una experiencia evolutiva y temporal en un cuerpo físico y en una personalidad individual, con el fin de adquirir comprensiones alineadas con la Verdad y el propósito del plan evolutivo universal.
Los cuatro cuerpos. Tanto la Sabiduría perenne de la Humanidad como la nueva ciencia creen que los seres humanos poseen un cuerpo físico y otros cuerpos sutiles. El «alma» humana dispone de diversos cuerpos o filtros para interactuar con el mundo de la materia. Tales filtros determinan la propia experiencia, y el nivel de consciencia establece cómo y en qué porcentaje se utilizan. Los diversos cuerpos son: un cuerpo físico el más denso que se puede ver y tocar. En este cuerpo se experimentan las sensaciones. Un cuerpo vital, relacionado con los procesos de vida particulares. En este cuerpo se experimentan las emociones que luego son reguladas por el cerebro medio. Un cuerpo mental del movimiento de la mente con diferentes formas individualizadas de actividad mental. En él se experimenta el razonamiento mental secuencial. A este cuerpo también se le llama “mente inferior”. Un cuerpo supramental que contiene los aspectos aprendidos de los movimientos de la mente. Esta es la raíz de la intuición. También es llamado “mente superior”, “cuerpo supramental” o “cerebro etéreo”. La Sabiduría perenne agrega un nuevo cuerpo o dimensión: cuerpo de Gracia y Gozo, hecho de alegría espiritual, éxtasis y felicidad.
Estudiosos e investigadores de estas cuestiones, a partir de las evidencias acumuladas a través de la comunicación transmitidas por sus interlocutores, por ejemplo, con técnicas como la terapia regresiva (TR), han podido comprobar con evidencias que el ser humano es mucho más que todo eso, que su vida va mucho más allá de lo que cree, y que dentro de él reside una conciencia o alma de la que ha sido separado y con la que debe reconectarse, y mediante el consiguiente proceso de evolución/maduración personal alcanzar la original paz interior y obtener un conocimiento profundo de quién es y cuál es el verdadero significado de su existencia.
La conciencia. A partir del nuevo pardigma postmaterialista, la «Conciencia» universal, cósmica se contempla como la realidad fundamental, el marco donde se produce toda manifestación existente. En la actualidad se habla incluso de la primacía de la conciencia en la manifestación del mundo. La consciencia es primaria en el mundo; la materia es secundaria. La «conciencia» es la base de todos los objetos materiales, y éstos son posibilidades de la conciencia. Hoy esta dimensión que denominamos «conciencia» particular (conciencia local) y que constituye parte esencial del ser humano se concibe como un «sustrato cuántico», una entidad inmaterial «exterior» y «separable» del cuerpo-cerebro humano, aunque se exprese “a través de las áreas corticales” de éste. Los nuevos modelos de la conciencia la retratan como una entidad capaz de traspasar los límites físicos de todo tipo. La nueva ciencia acepta que la «conciencia» dota a las personas de potentes capacidades creativas para dar forma a sus vidas y a su mundo. La conciencia tiene la intención de hacer evolucionar a las personas hacia un bien mayor.
La vida como proceso de aprendizaje: la conciencia superior y el Yo
Según Annie Marquier (1), directora y fundadora del Instituto de Desarrollo de la Persona, en Quebec, los seres humanos somos un alma que posee un instrumento. Este es lo que conocemos como la forma humana, que consta de un cuerpo físico-etéreo, de un sistema emocional y de un sistema mental. A este instrumento se le puede llamar “personalidad” o “ego”, y es lo que permite la expresión del alma en el mundo.
El objetivo del proceso de evolución personal, la meta de la existencia en este planeta no es alcanzar un nivel de perfección que ya está ahí, en nuestra naturaleza esencial, en esa chispa o esencia divina que nos constituye, sino construir un instrumento —la personalidad, el ego— que sea totalmente flexible y receptivo a la energía y la voluntad del alma, de modo que sea posible manifestar su perfección de manera directa y concreta en este mundo. Cuando finalmente se llega a la meta, los tres cuerpos, físico, emocional y mental, serán una expresión directa de la perfección, la belleza, la inteligencia y el poder del alma. De hecho, serán una expresión de todas las nobles cualidades “divinas” del Yo.
En cuanto al instrumento, todavía está en construcción. Aún no se ha alcanzado la meta de lo que generalmente se llama el proceso de «evolución personal». Dependiendo del nivel de conciencia, del grado de evolución de cada persona, es posible encontrar a muchos seres humanos que todavía se identifican con el ego, mientras que otros pocos han logrado identificarse con el Ser/Yo en diversos grados. En este aspecto podemos diferenciar dos dinámicas diferentes dependiendo de si la consciencia se identifica con el ego o con el Ser/Yo. Estas dinámicas se van desarrollando según va evolucionando cada individuo. La presión del alma (la voz interna) se va intensificando, empujando a la persona a proseguir su búsqueda en la dirección por él escogida a través de todos los medios que encuentra a su disposición. Hasta ahora, los que sentían esta llamada interior de manera clara eran muy pocos, en lo que se refiere a su número. Hoy en día la presión espiritual colectiva del alma —fomentada por todas aquellas personas que ya han abierto caminos hacia la autorrealización—, ha alcanzado un nivel de tal intensidad que un número creciente de seres humanos está sintiendo esa llamada interior, con mayor o menor claridad.
¿Qué es eso que llamamos «muerte»?
El Dr. José Luís CABOULI (2), un experimentado experto en Terapia regresiva (TR) y Terapia de vidas pasada (TVP), a partir de su amplia experiencia con sus pacientes en relación al tema que nos ocupa sostiene que la muerte no es lo que nos han enseñado, o lo que creemos habitualmente. La muerte, como muerte, no existe. No existe tal cosa que llamamos muerte. La muerte es una ilusión, porque pertenece al mundo de la ilusión. La muerte no existe. La muerte es una creación del hombre. Las «almas», nunca mueren. La muerte no es el final. Sólo es el punto medio de una existencia continua, que se manifiesta en dos mundos, en dos realidades, en dos dimensiones diferentes. Sólo la ignorancia y el olvido de nosotros mismos, de nuestra esencia, de lo que realmente somos, es lo que nos ha llevado al estado actual de nuestra cultura, donde la muerte es negada, temida y combatida empecinadamente, como si fuera un enemigo acérrimo al que hay que derrotar.
La muerte es un acto de vida. Es el paso necesario para asegurar la continuidad de la conciencia al otro lado del río. Pero para que este paso sea natural y lleve a un renacimiento en mejores condiciones, es necesario que se cumplan determinados requisitos. Fundamentalmente, morir sin temor, en forma consciente y en el momento justo y preciso. Para que el «alma» pueda seguir su viaje ascendente y realizar su aprendizaje, es necesario permitir que la muerte vuelva a ser lo que es: un paso, un tránsito a una mejor vida.
Somos esencia, somos «alma». Somos energía, puesto que no somos otra cosa que un conjunto de átomos que vibran en una frecuencia determinada, animados por un principio consciente e inteligente que los mantiene en cohesión. Cuando este principio se retira, cuando nosotros nos retiramos, el cuerpo comienza lentamente a desorganizarse. La muerte no es otra cosa que la retirada del principio consciente, que regresa a su estado natural, al mundo de la esencia. La muerte es un pasaje. Como decía Apolonio, es el pasaje de la sustancia a la esencia. Es volver a ser energía. La muerte es el pasaje a otra dimensión, a otro estado de manifestación de la conciencia. Es el proceso mediante el cual el alma encarnada se separa y se desprende definitivamente del cuerpo físico que estaba habitando.
Podremos comprender todo esto más claramente, tomando como ejemplo el agua. En su estado más bajo de vibración, el elemento que conocemos como agua, se manifiesta bajo la apariencia del hielo. El hielo es el estado denso, aparentemente sólido, del agua. La acción del calor sobre el hielo aumenta la frecuencia vibratoria de sus átomos y provoca un cambio de estado en su manifestación física. Ahora se presenta a nuestros ojos, como agua. Si la acción del calor se mantiene, las moléculas del agua seguirán aumentando su tenor vibratorio, hasta que, finalmente, el agua se evapora. El agua deja de ser agua, para convertirse en vapor, y ya no es más visible en nuestro mundo. ¿Qué ha pasado? ¿Se murió el agua? ¿O simplemente cambió de estado? La energía intrínseca del agua sigue existiendo, sólo que ahora lo hace en un nivel superior: el nivel de la esencia. Al igual que nosotros, el agua también regresa. Al condensarse el vapor, vuelve a su estado más denso y vuelve a manifestarse como agua. A nadie se le ocurriría decir que el agua se murió. Simplemente se evaporó; cambió su forma de manifestación en el mundo físico. Y lo mismo hacemos nosotros. La muerte no es otra cosa que un cambio de estado. Un cambio en la manifestación física. Un pasaje. Y un pasaje muy sencillo.
Casi todas las personas que atraviesan por la experiencia de la muerte en una regresión a vidas pasadas coinciden en lo mismo. La muerte es muy sencilla. Es un paso. Un instante, estoy aquí y al siguiente, estoy del otro lado. Lo que hace terrible a la muerte no es la muerte en sí, sino el miedo cultural y las circunstancias que llevan a ella. Lo más doloroso suelen ser estas circunstancias. Obviamente, el dolor más profundo lo experimentan los que se quedan. Y es natural que sea así. La muerte no es una tragedia. No es un castigo. Es un hecho natural y necesario, y lo que sufrimos es el dolor de la separación.
Pero la muerte en sí misma, el pasaje de la conciencia de un estado a otro, es muy simple. Más aún. Es mucho más traumático y difícil nacer, que morir. Morir es terminar con la experiencia en este mundo denso, con este cuerpo que nos ocasiona dolores. Morir es liberarse. Nacer es comenzar la tarea, es descender a un mundo difícil donde se experimenta el dolor y donde además, tenemos que asumir toda una serie de responsabilidades y obligaciones que, tal vez, no estemos muy deseosos de realizar. En el instante en que la persona deja su cuerpo, se experimenta un alivio inmediato. Desaparecen los dolores en forma instantánea y se siente un profundo bienestar.
Una vida infinita
La cuestión del «más allá» es quizás una de las cuestiones más controvertidas de toda la historia de la humanidad. A la mayoría de personas siempre nos ha interesado lo que nos sucede después de la muerte, pero cuando abordamos este tema nos encontramos con sentimientos contradictorios: por un lado, tenemos una profunda intuición de que hay algo encima de nosotros que es inmortal, que no caduca y al mismo tiempo sentimos un profundo miedo e incertidumbre al afrontar el fin de lo que desconocemos. A lo largo de nuestra vida alternamos entre estas dos sensaciones, lo que hace que el miedo a la muerte nunca desaparezca y nuestro conocimiento sobre ella nunca aumente. Desde la antigüedad, grandes sabios, pensadores y filósofos han buscado explorar este campo y resolver algunas de sus cuestiones fundamentales. Sin embargo, no tenían pruebas de lo que dijeron, ni fueron escuchados por el mundo en general, por lo que la incertidumbre y el miedo aún eran profundos. En la actualidad asistimos al surgimiento de una nueva conciencia, una nueva búsqueda espiritual, porque las personas necesitan respuestas fiables sobre su verdadera naturaleza. Esta tendencia se está extendiendo por todo el mundo desde hace años. Las personas que se suman a esta nueva espiritualidad buscan un acercamiento auténtico a la vida y la muerte explorando el significado de la existencia humana, sin dogmas ni teorías basadas en el miedo.
Como ocurre con cualquier otro tema de estudio, hay decenas de autores contemporáneos que han investigado, escrito y hablado extensamente sobre el «más allá». Sobre estas cuestiones existe multitud de testimonios, no todos ellos igualmente fiables y cada uno con diferente grado de autenticidad y veracidad y mucha literatura alrededor también no toda ella fiable por igual. Pero también hay estudiosos, investigadores y científicos confiables que abordaran la cuestión con seriedad. El Dr. Joaquín CAMARA (3) a partir de fuentes y conocimientos fiables en su obra “Vida infinita” nos acerca a la realidad que nos espera tras la muerte, al sentido de la vida física y al descubrimiento del interior humano en todos sus niveles. En ella el Dr. CÁMARA ha perfilado un mapa esquemático del viaje que realiza el «alma» desde que abandona el cuerpo físico hasta el momento de su próxima encarnación en la Tierra. En sus páginas el Dr. Cámara nos acompaña a descubrir todo lo que nos sucede cuando morimos: desde los primeros momentos en que dejamos el cuerpo, hasta el renacimiento, pasando por la vida en el mundo espiritual, nuestro verdadero hogar. A través de este viaje comprenderás la verdadera naturaleza de la muerte y quién eres realmente, podrás encontrar el sentido de la vida, explicar situaciones importantes que te suceden, los vínculos con amigos, parejas o familiares, e incluso comprender ciertos fenómenos esotéricos. que parecen inexplicables, pero tienen una explicación sencilla. En mi libro, afirma el Dr. Cámara, no intento convencerte de nada. Mi trabajo es sólo recordarte lo que tu alma ya sabe: que no existe la muerte.
Resumimos algunas de las ideas que J. CÁMARA nos ofrece en su obra: nos relata que en el exhaustivo estudio que realizó sobre estas cuestiones le sorprendió observar que muchos científicos que se ocupan de la vida después de la muerte, provenientes de diversas universidades, hospitales o clínicas psiquiátricas, no descubrieran nada nuevo que no hubiera sido informado ya en estudios científicos y en los principales medios de comunicación: Brian Weiss, Michael Newton, Elisabeth KüblerRoss, Ian Stevenson, Raymond Moody y muchos otros psicólogos o psiquiatras que han estudiado científicamente la supervivencia del alma después de la muerte.
Muchas personas a menudo se preguntan por qué deberían estudiar la muerte en lugar de centrarse en la vida. Estas personas oponen ambas cosas: o la muerte o la vida. Hay una vida real que nunca muere y que trasciende todo lo que conocemos como humanos. Cuando conocemos la verdadera naturaleza de la muerte y lo que sucede después de ella, conocemos verdaderamente la vida y, por tanto, muchas de las preguntas que nos hemos estado haciendo hasta ahora quedan resueltas. ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos después de morir? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿A dónde nos dirigimos? ¿Cuál es el significado de lo que nos está pasando? Y cuando recibimos respuestas, todo el sentido de nuestra existencia cambia y somos capaces de comprender incluso las situaciones más difíciles que tenemos que afrontar.
En la sociedad moderna, hablar de la muerte todavía llena de miedo a la gente, sigue siendo un tema tabú que conviene evitar. Sin embargo, el miedo comienza a desaparecer cuando entendemos que la muerte no es más que un cambio de lugar, una transición a otra dimensión. Por lo tanto, si empezáramos a utilizar el término "desencarnación" en lugar del término "muerte", estaríamos mucho más cerca de la verdad, porque lo único que realmente sucede cuando morimos es que dejamos el cuerpo físico. El problema de nuestra sociedad es que creemos que sólo existimos en esta dimensión, en este mundo, en ocasiones reduciendo la vida a un significado trivial, efímero y anecdótico. Sin embargo, el plano físico, el mundo que conocemos, es sólo uno de los muchos lugares en los que existimos y, por lo tanto, la muerte física es simplemente la muerte del cuerpo físico. No somos este cuerpo, ni existimos sólo en este mundo, pues hemos confundido nuestra coraza corpórea con quienes realmente somos, y nuestro reducido plano material con el verdadero universo.
Así es como describe J. CAMARA el proceso de morir a partir de su dilatada experiencia acompañando a pacientes moribundos: cuando morimos lo que vamos a vivir es una sensación de hormigueo en todo el cuerpo, una especie de zumbido en los oídos y nada más, no hay un dolor físico... y lo primero que vamos a experimentar al morir es que nos vamos a ver fuera del cuerpo, permanecemos en el mismo lugar en que hemos fallecido... si hemos desencarnado, si hemos muerto, en un hospital lo que vamos a ver al salir del cuerpo físico es la cama del hospital donde está nuestro cuerpo, nuestros seres queridos que nos estaban rodeando, los médicos que nos acompañaban... Vemos exactamente lo mismo que si permaneciéramos en el mundo físico, solo que nuestra «conciencia» ya no está en el plano físico, sino en el siguiente plano de existencia al que llamamos astral...
¿Quién eres realmente? Esa parte inmortal que habita tu cuerpo, sabe exactamente de dónde viene y a dónde volverá después de la muerte. Ella es consciente de dónde está su verdadero hogar y de lo que está haciendo en esta vida, en la Tierra. La mente física, constantemente crea dudas e incertidumbre, lo que causa sufrimiento, pero tu ser interior siempre está tranquilo porque conoce la verdadera realidad. Cuando reencarnaste en este lugar y te encontraste en el cuerpo que ahora tienes, perdiste el contacto consciente con tu ser interior y por lo tanto olvidaste tu lugar de origen, pero sólo en apariencia. En el fondo, en lo más profundo y real de tu ser, sabes que la muerte no existe y comprendes el verdadero significado de tu vida aquí en el mundo material. El grano de verdad está dentro de ti, y dentro de él está la certeza de que la muerte no es más que un cambio, una transición de un mundo a otro.
Un estudio de las experiencias cercanas a la muerte (ECM)
La investigación sobre las experiencias cercanas a la muerte está más avanzada que nunca y está produciendo resultados que ayudan a comprender cómo se produce la transición del mundo físico al espiritual. Las investigaciones realizadas con personas que estaban clínicamente muertas y regresaron a la vida física fueron de las primeras en arrojar luz sobre la inmortalidad del alma. Los pacientes, independientemente de sus creencias religiosas o culturales, relatan experiencias comunes: escuchar sonidos, especialmente zumbidos, sentir una paz profunda y falta de dolor físico, verse fuera del cuerpo (exteriorización), viajar a través de un túnel, sensación de ascender a un lugar más alto, ver personas, ¿a menudo familiares fallecidos, encontrarse con un ser de luz, revisando tu vida en la tierra, renuencia a regresar a la vida terrenal debido al bienestar en el que se encontraban durante la experiencia. Además, estas personas hablaron de experiencias espirituales en los minutos o días previos a su muerte, cuando vieron a sus seres queridos fallecidos acercarse a ellos, tranquilizarlos y acompañarlos durante este momento difícil. Queda un aspecto fundamental: la investigación sobre lo que sucede en el mundo espiritual, es decir, en el lugar al que vamos después de la muerte.
Analizando esta investigación, se puede concluir que el conocimiento que tenemos actualmente sobre el »más allá» no es algo arbitrario o sin base fáctica, sino que es el resultado de una amplia evidencia: existen diferentes planos de existencia. En este momento nos encontramos en el plano físico, pero tras la muerte entramos en el siguiente, llamado plano astral. Este lugar es el más cercano al físico y de hecho compartimos gran parte de los lugares de forma solapada, solo que en vibraciones diferentes. La persona en el plano astral mantiene al principio los mismos pensamientos, conocimientos y emociones que tenía mientras estaba viva físicamente, pero desaparece cualquier discapacidad o dolor físico.
Tras pasar un tiempo en el plano astral, la persona se desprende de cualquier pensamiento o emoción negativa y asciende hacia el siguiente lugar de existencia llamado plano mental o mundo espiritual. Este cambio de lugar se realiza a través de un túnel de luz por el que es llevada de un lugar a otro. Quienes relatan esta experiencia aseguran que es algo maravilloso, lleno de energía amorosa y tranquilidad. Antes de nacer en este mundo físico, ya existíamos en el mundo espiritual. Por tanto, la muerte es en realidad el regreso a casa, al lugar de donde venimos. La estancia en este sitio dependerá de varios factores, pero en general estaremos entre sesenta y ochenta años. Pasado ese tiempo, lo habitual es volver a reencarnar en la Tierra. (Joaquín CÁMARA)
Elaboración a partir de materiales diversos
(1) Annie Marquier es directora y fundadora del Instituto de Desarrollo de la Persona, en Quebec (Canadá). Su dominio de las ciencias matemáticas, la música, el esoterismo y la psicología transpersonal le han permitido ahondar con rigurosa originalidad en la conciencia individual y colectiva.
(2) José Luis Cabouli. Graduado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en 1974, el Dr. José Luis Cabouli se formó como cirujano en la Escuela Quirúrgica "Enrique y Ricardo Finochietto" del Hospital Rawson especializándose más tarde en Cirugía Plástica en el Hospital Ramos Mejía. En 1988 abandona el ejercicio de la cirugía para dedicarse exclusivamente al desarrollo de la Terapia de Vidas Pasadas. Desde 1992 dirige el Curso de Formación en esta técnica y ha entrenado profesionales en Argentina, España, México y Venezuela. Entre 2012 y 2016 realiza el dictado del Curso Básico de Terapia de Vidas Pasadas en la Escuela de Graduados de la Asociación Médica Argentina. En la actualidad imparte talleres y cursos de formación en Argentina y España.
(3) Joaquín Cámara es Psicólogo, especialista universitario en psicoterapia de Duelo y experto en Regresión y conexión espiritual. Comenzó su práctica profesional en hospitales y centros de salud pública, en las áreas de Psicooncología, Cuidados Paliativos, Salud Mental y Sexología, utilizando psicoterapia convencional, pasando posteriormente al trabajo enfocado desde la Terapia Psicoespiritual en la práctica privada. Desde este enfoque, se incluyen tratamientos provenientes tanto de la psicoterapia convencional de tercera generación como de la profundización espiritual. En la actualidad desarrolla su trabajo como psicólogo en Madrid (España), dirige el blog Círculo de búsqueda (con más de 1.500.000 de lectores).
Ver también
Perspectivas mundiales: Nuevos horizontes
Manifiesto por una Ciencia Postmaterialista
Una Inteligencia cósmica única
sección: LA MORT NO ÉS EL FINAL