Apunts Jota'O

Material de suport de l'assignatura de filosofia per alumnes de primer i segon de batxillerat

 

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Conceptes fonamentals
Biografia
Jean Charcot
Leslie Stevenson
Muy interesante: S. Freud
El cas d'Anna O.
"Esquema del Psicoanálisis"
Cincuenta años después
1939
Sueños y madurez
La lucha entre pulsiones
Los continuadores
Pere Bofill
Ha muerto Freud?
Sexualidad y agresividad
Vigencia de Freud
Levedad del Psicoanálisis
Les forces inconscients
Juego test
Malestar cultura
Marx i Freud
Exercicis

 

Enllaços

PERE BOFILL, HACIA LA COMPRENSIÓN DEL YO


La Vanguardia, domingo 24 de septiembre 1989, (Ciencia), página C-6
Lluís Reales.



El psicoanálisis es la obra de un solo hombre, Sigmund Freud. La introducción del psicoanálisis en España fue resultado de la tenacidad y la convicción de pocos hombres, entre ellos Pere Bofill. La vocación de este hijo del Empordà creció a partir de una imagen infantil: su abuelo, que era el médico de Pals, iba a visitar a los enfermos a caballo, fuera cual fuera la hora en que le requerían los enfermos. Pere Bofill estudió Medicina y se interesó pronto por la pediatría y el contacto con los enfermos le hizo ahondar en las cuestiones de la vida anímica, en las raíces del conflicto humano. A finales de los años 40, el doctor Bofill junto a un grupo de científicos e intelectuales –los doctores Obiols, Folch, el psicólogo Matutes, el escritor Rafael Abella, entre otros- crearon la sociedad “Erasmo”, motivo de encuentro para abordar debates médico-culturales. En aquellas tertulias Freud y su pensamiento eran reclamo frecuente. Progresivamente, algunos de los contertulios, concretamente aquellos que aspiraban a ejercer como psicoanalistas, vieron la necesidad de psicoanalizarse y optaron por marchar al extranjero.

Pere Bofill se psicoanalizó en Suiza, después de una estancia en París donde conoció a Lacan y Anna, la hija de Freud. Al volver a España un grupo de jóvenes psicoanalistas consiguieron el reconocimiento de la Sociedad Española de Psicoanálisis, que acaba de celebrar su 30 aniversario. Pere Bofill, además de fundador, es presidente de la Sociedad española de Psicoanálisis.

Sin duda el gran descubrimiento de Freud fue el inconsciente, pero, aparte de ello, ¿sigue aún Freud vigente?
Creo que Freud está vigente en todo aquello que descubrió. Es cierto que algunas de sus ideas hoy quedan lejos y se han ido elaborando. Pero el psicoanálisis es la obra de un hombre que fue capaz de autoanalizarse al darse cuenta que ocurrían cosas en sus pacientes que no comprendía y que también le ocurrían a él. El padre del psicoanálisis consideró a los seres humanos como hombres en dificultades, y nunca se sintió por encima de nadie sino que inició un autoanálisis sistemático, recordando su infancia y descubrió muchas de las dificultades que son comunes a todos los hombres. Freud es vigente porque el análisis es el único método que nos lleva a un conocimiento profundo de la persona que se sustenta en la idea que aprendemos a amar y a odiar desde pequeños.

Técnicamente es posible el autoanálisis?
Sólo de una manera muy limitada y excepcionalmente. En el caso de Freud fue su ansia de descubrir la verdad, de afrontarla y comprenderla, junto a su gran perseverancia, lo que le permitieron la práctica del autoanálisis.

Pere Bofill ha realizado trabajos sobre anorexia mental, ha profundizado en el autoanálisis de Freud y presentó, junto al doctor Folch, un trabajo sobre la contratransferencia durante el Congreso de Psicoanálisis de Lenguas Románicas que se celebró en Barcelona en 1962.

¿Qué es la contratransferencia?
En un momento dado se creyó que el psicoanalista era neutro, tan sólo un espejo de lo que le sucedía al enfermo. Pero posteriormente se ha visto que existe una participación emocional del psicoanalista en el tratamiento, por lo que debe ser consciente que es un observador participante. En este sentido, es muy importante que el psicoanalista se haya analizado profundamente, que se conozca a sí mismo y que sea capaz de mezclarse lo mínimo pero que sea tolerante con el yo del otro. Si queremos que el paciente alcance una mayor libertad de expresión, el analista debe contar con la misma libertad. El psicoanalista es un diálogo a dos pero asimétrico, pues uno tiene el compromiso de expresarlo todo y el otro tiene la obligación de escuchar, observar y hablar sin memoria ni deseo. El psicoanalista sólo debe expresar aquello que crea que es útil para ayudar al paciente.

Pero, ¿siempre se tiene claro que aquello que se expresa es lo mejor para el paciente?
Cada psicoanalista es responsable de aquello que hace y de hecho la metodología que practicamos está orientada a conseguir el mejor contexto para la relación. Así, en el plano emocional mantenemos un marco lo más aséptico posible aunque, evidentemente, pueden darse elementos perturbadores.

Una de las críticas más frecuentes que se realiza a la terapéutica psicoanalítica es que, en ocasiones, se convierte en una necesidad para el paciente y no sabe vivir sin ello.
Es cierto pues este hecho responde al problema de la dependencia, que no deja de ser una realidad psicológica y emocional que todos llevamos dentro. En las necesidades infantiles ya se percibe el problema de la dependencia. Nosotros intentamos analizar las fuentes infantiles de la dependencia: el deseo que tenemos todos de ser cuidados y queridos. El paciente suele vivir esta situación de dependencia y lo que tratamos es de ayudarlo a irla descubriendo.

Un tratamiento de psicoanálisis debe empezar y acabar. ¿Hay excepciones?
El tratamiento empieza y en un momento se acaba. Pero nunca debe darse una interrupción pues la evolución de la persona, su capacidad de observarse, de tolerarse los propios sentimientos nunca cesa. De este modo, existe un acabamiento cronológico pero el análisis no debería acabar nunca porque significa utilizar lo mejor posible todo aquello que se ha aprendido y vivido.

Freud vivió buena parte de su vida en la ciudad de Viena. El científico mantuvo una relación ambivalente con la ciudad austriaca, a la que amó y odió a la vez

¿Cómo fue la infancia de Freud?
Vivió una infancia compleja. Nació en un pueblo de la actual Checoslovaquia, su padre era un hombre ya mayor y, según se cree, la madre de Freud era su tercera mujer. El padre era un tratante de lana a quien no le iban muy bien las cosas y que se casó a la temprana edad de los 16 años. Así, Freud, que contaba con ocho hermanos, ya de muy joven era tío de personas mayores que él. En este contexto, creció un hombre con gran coraje, políglota y que encontró la atmósfera propicia en Viena para desarrollar su pensamiento. Conoció a personalidades tan destacadas como Einstein, Thomas Mann, el poeta Rilke, Lou Andreas Salomé y el escritor Stefan Zweig.

¿Y las relaciones de Freud con las mujeres?
Quienes le conocieron dicen que en el contacto humano miraba con una curiosidad profunda, con un deseo de comprender a los demás. En el trato con las mujeres era un hombre afable, cariñoso. Freud mantuvo una relación especial con su hija Anna, que admiraba profundamente a su padre y a quien apoyó en sus años de enfermedad.

¿Cuál es el mensaje de Freud hoy?
La importancia de la investigación, del trabajo para que las fuerzas de vida, de relación, esto es Eros, puedan vencer a las pulsiones destructivas, de muerte, el Tanatos. Pero no olvidemos que Freud era un pesimista-realista.

Doctor Bofill, ¿usted cree en el hombre?
Hoy vivimos unos tiempos de diálogo, que es la base del psicoanálisis. El gran interrogante es si el hombre se autodestruirá o la humanidad se diluirá fruto de un proceso natural, pues todas las civilizaciones acaban pereciendo. Yo creo en el mensaje de Freud: investiguemos, vivamos, seamos tolerantes para ayudarnos y ayudar a los demás a sufrir menos y a vivir mejor.

 

 

 

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