presentació

…Y AQUÍ UN POCO DE HUMO…
PATIO DE ARMAS


HACERSE ADULTO

3. ¿Cómo es el mundo?

 

Actividad de motivación

¿Te gustaría integrarte más en la sociedad donde vives o ser más libre e independiente? ¿Qué haces cuando tus convicciones  entran en colisión con las establecidas?

 

Actividad introductoria: desorientación

Rebelde sin causa, la película de Nicholas Ray, se centra en la soledad del adolescente Jim Stark (James Dean), aislado por la represión, cobardía, indiferencia y apatía de sus progenitores y por la interiorización de complejos y miedos ajenos, que él intenta expulsar mediante el desarraigo y la violencia.

 

Jim es un estudiante de instituto e hijo único, confuso y desorientado, que se ve frecuentemente envuelto en peleas. En consecuencia, su familia (una madre castrante y un padre pusilánime, incapaces de orientarlo para que pueda tomar decisiones) se ve obligada a peregrinar de una ciudad a otra. En una de esas nuevas localidades, Jim experimenta sentimientos hasta entonces desconocidos: el interés de Judy (Natalie Wood), quien se ha escapado de casa, y la amistad admirativa de John Crawford, alias ‘Platón’ (Sal Mineo); un muchacho solitario y más joven que él, cuyos padres están separados y de quien sólo se ocupa la criada, porque su madre siempre está ausente. Los tres coinciden en una comisaría, al principio de la película.

 

34)   Jim conoce a Judy el primer día de Instituto. Durante la conversación, asoman muchas cosas: insatisfacción, mentiras, amigos destructivos, búsqueda de orientación (Jim tiene que arreglarse solo) y un embrión de amor-refugio. Coméntalo.

Contexto cultural: deshumanización

Observa estos cuadros de Giorgio De Chirico: la fría geometrización espacial de unos desiertos fabriles y urbanos (chimenea, grisáceos y monótonos edificios de cemento, locomotoras y vagones sombríos), la profundidad plana de estos lugares despoblados, desolados y lúgubres; las alternancias bruscas (sin claroscuros) de luz y sombra, libres de cualquier lógica horaria (¿las sombras corresponden al foco de luz?); espacios vacíos donde los cuerpos y sus sombras están representados en un mismo plano jerárquico (sombras con la misma densidad física que sus cuerpos) y tienen la misma materialidad (cuerpos que parecen sombras).

 

Giorgio De Chirico, La angustia de la partida, (1914), óleo sobre lienzo, The Albright-Knox Art Gallery, Buffalo (USA)

La mañana angustiosa (1912), óleo sobre lienzo, Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto

      

 

Vamos a compararlos con una secuencia de La aventura (1960), de Michelangelo Antonioni; película en la que Anna (Lea Massari), hija de un diplomático, mantiene una relación sentimental con Sandro (Gabriele Ferzetti), arquitecto desorientado que no acaba de comprometerse con ella. Sandro y Anna viajan en compañía de Claudia (Mónica Vitti), amiga de Anna, a Lisca Bianca, una pequeña y abrupta isla cercana a Sicilia (Trinacria), donde Anna desaparece sin dejar rastro. Después de tres días de búsqueda infructuosa, Sandro empieza a mantener relaciones con Claudia, escindida entre el deseo y la culpa.

 

 

35)   ¿Hay alguna escena de La aventura de (1960), de Michelangelo Antonioni, que te recuerde la pintura de De Chirico? ¿Cuál?

 

 

Por los mismos años en que pintaba De Chirico, Barcelona también le parecía a Josep Pla “un cementerio interminable” y el paisaje urbano de la ciudad, “de una montonía y una dureza repulsiva”: “la mediocridad, la grisura” de sus “altas, tristes, aisladas casas suburbiales” “es impresionante” (El quadern gris, 31 de enero, 10 de marzo y 25 de junio de 1919).

 

En la primera escena de La aventura (1960) vemos a Anna caminando hacia la cámara mientras oye la voz de su padre: “falta poco para que esta pobre villa sea destruida. Y pensar que era un bosque…” No por casualidad, el protagonista de la película es arquitecto.

 

 

Fíjate ahora en cómo está filmada la película: el cine deja de ser un espectáculo, un documento sociológico o una forma de cultivar el divismo de las “estrellas”; por el contrario,

 

 

36)   Comprueba algo de lo anterior con algún ejemplo

37)   Explica la escena final de la película

 

Relación con los conocimientos previos: antiguas aventuras

[Después de la P.G.M. y del fracaso de la Sociedad de Naciones, creada con el objetivo de garantizar una paz duradera], todos los que habíamos soñado con un mundo nuevo y mejor ahora veíamos que los jugadores de siempre, y otros nuevos, habían reiniciado el viejo juego en que las apuestas eran nuestra existencia, nuestra felicidad, nuestro tiempo y nuestros bienes. ¿Era de extrañar que toda una generación joven mirara con rencor y desprecio a sus padres, los cuales se habían dejado arrebatar primero la guerra y luego la paz, que lo habían hecho todo mal, que no habían previsto nada y se habían equivocado en todo? ¿No era comprensible que hubiera desaparecido en la nueva generación cualquier tipo de respeto? Toda una generación de jóvenes había dejado de creer en los padres, en los políticos y los maestros [...]

En las escuelas, siguiendo el modelo ruso, se creaban sóviets escolares que controlaban a los maestros e invalidaban los planes de estudio porque los niños debían y querían aprender sólo aquello que les venía en gana. Por el simple gusto de rebelarse, se rebelaban contra toda norma vigente, incluso contra los designios de la naturaleza, como la eterna polaridad de los sexos. Las muchachas se hacían cortar el pelo hasta el punto de que, con sus pelos a lo garçon, no se distinguían de los chicos; y los chicos, a su vez, se afeitaban la barba para parecer más femeninos; la homosexualidad y el lesbianismo se convirtieron en una gran moda, no por instinto natural, sino como protesta contra las formas tradicionales de amor, legales y normales. Todas las formas de expresión de la existencia pugnaban por farolear de radicales y revolucionarias y, desde luego, tambien el arte. La nueva pintura dio por liquidada toda la obra de Rembrandt, Holbein y Velázquez e inició los experimentos cubistas y surrealistas más extravagantes. En todo se proscribió el elemento inteligible: la melodía en la música, el parecido en el retrato, la comprensibilidad en la lengua. Se suprimieron los artículos determinados, se inviritió la sintaxis, se escribía en el estilo cortado y desenvuelto de los telegramas, con interjecciones vehementes; además, se tiraba a la basura toda la literatura que no fuera activista, es decir, que no contuviera teoría política. La música buscaba con tesón nuevas tonalidades y dividía los compases; la arquitectura volvía las casas del revés como un calcetín, de dentro a afuera; en el baile, el vals desapareció en favor de figuras cubanas y negroides; la moda no cesaba de inventar nuevos absurdos y acentuaba el desnudo con insistencia; en el teatro se interpretaba Hamlet con frac y se ensayaba una dramaturgia explosiva. En todos los campos se inició una época de experimentos de lo más delirantes que quería dejar atrás, de un solo y arrojado salto, todo lo que se había hecho y producido antes; cuanto más joven era uno y menos había aprendido, más bienvenido era por su desvinculación de las tradiciones; por fin la gran venganza de la juventud se desahogaba triunfante contra el mundo de nuestros padres. [...]

Todo lo extravagante e incontrolable vivió una edad de oro: la teosofía, el ocultismo, el espiritismo, el sonambulismo, la antroposofia, la quiromancia, la grafologia, las enseñanzas del yoga indio y el misticismo de Paracelso. Se vendía fácilmente todo lo que prometía emociones extremas más allá de las conocidas hasta entonces: toda forma de estupefacientes, la morfina, la cocaína y la heroína; los únicos temas aceptados en las obras de teatro eran el incesto y el parricidio y, en política, el comunismo y el fascismo.

Stefan Zweig, El mundo de ayer. Memorias de un europeo, pp. 378-382

 

38)   ¿Qué tienen en común el papel de la abuela y los mapas de Chema, en el cuento Patio de armas, y el Mar de los abuelos, de Agustín de Foxá?

 

39)   Señala la relación que mantienen con la realidad en que viven:

a)      Chema

b)      los personajes de La aventura, de Antonioni

 

Sintetizando [esquema de la presentación]

 

Ejemplificando: propaganda

 Observa estos carteles del bando frentepopulista en la Guerra Civil:

 

     

 

     

 

40)   ¿A qué clase social van dirigidos? ¿Qué se trasluce a través de los mensajes?

41)   Según estos otros, ¿qué diferenciaba el frente de la retaguardia?

 

 

 

 

 

         

 

Nick Corey es el sheriff de una pequeña localidad sureña de los Estados Unidos. Como el tal Casabó, de quien nos habla Josep Pla en su Quadern gris, Nick es un tipo observador y cínico que pese a no tener un pelo de tonto, hace creer a los demás que es un auténtico modorro. Ése es, en efecto, el tema de la novela: la mentira, en algunas de sus múltiples formas (como en el Guzmán de Alfarache): el fraude, el fingimiento, la impostura y la hipocresía social, política y religiosa. Aquí tenemos a Nick hablando con el fiscal del pueblo, el sr. Robert Lee Jefferson:

 

 

Había llegado la hora de hacer un poco de campaña política. […] En ocasiones anteriores había hecho correr la voz de que estaba contra esto y aquello, cosas como las peleas de gallos, el whisky, el juego y demás. De este modo, la oposición pensaba que lo mejor era combatir lo mismo, sólo que con un ímpetu redoblado. Entonces iba yo y me desdecía. Prácticamente cualquiera puede hacer discursos mejores que los míos, y cualquiera podría resultar más contundente a favor o en contra de una cosa. La verdad es que yo no he tenido nunca convicciones demasiado fuertes respecto a nada.

Bueno, el caso es que cuando llegaba el momento de votar, parecía que la gente se iba a quedar sin diversiones si se decantaba por mis oponentes. Lo único que podía hacerse sin correr el riesgo de ser arrestado era beber gaseosa y besar, como mucho, a la propia esposa. A nadie le gustaba demasiado la idea, esposas incluidas.

Así las cosas, mi imagen mejoraba en el pueblo. Era el típico caso de ‘más vale malo conocido que bueno por conocer’, porque sólo había que escucharme y mirarme un rato para percatarse de que yo no protestaba mucho por nada, salvo si dejaban de pagarme el sueldo, y de que mis habilidades no auguraban grandes éxitos, aun cuando me popusiera hacer algo. Me limitaría a dejar que las cosas fueran como siempre habían sido, porque no había demasiados motivos para cambiarlas. En resumen, cuando se contaban los votos, yo seguía siendo el sheriff.

No digo que no hubiera mucha gente a la que yo no cayera bien. Había muchas personas con las que había compartido mi niñez y que sabían que yo era un tipo amable que siempre estaba dispuesto a hacer un favor por poco dinero y sin perjudicar a terceros. Pero me parecía que ya no tenía tantos amigos como antes. Ni siquiera todos los tíos a los que les había hecho favores se mostraban tan cordiales como antes. Es como si me guardaran rencor por no haberles castigado. La verdad es que no sabía qué hacer, porque había adquirido la costumbre de no hacer nada, y no sabía cómo conseguir que me eligiesen de nuevo. Sí sabía que tenía que hacer algo: tenía que hacer o pensar algo completamente distinto de lo que ya había utilizado en el pasado. Si no, me quedaría en la calle cuando me derrotasen. […]

―Limítate a hacer tu trabajo, Nick, y hazlo bien. Demuestra a los demás que eres honrado, valiente, trabajador y no tendrás que hacer nada más.

Negué con la cabeza y dije que no podía.

―Sencillamente, no puedo, Robert Lee, y ésa es la cuestión.

―¿No? ―Se arrellanó en la silla―. ¿Por qué no, si se puede saber?

―Hay dos motivos. En primer lugar, no soy valiente, trabajador ni honrado. En segundo lugar, los electores no quieren que lo sea.

―¿Cómo has llegado a esa conclusión?

―Me eligen, ¿no? Y siguen eligiéndome.

―No es mala idea ―admitió Robert Lee―. Es posible que confíen en ti y te tengan simpatía. No han hecho más que darte oportunidades para que hagas las cosas bien y lo mejor será que les complazcas cuanto antes, Nick. ―Se adelantó y me dio un golpecito en la rodilla―. Te digo esto como amigo. Si no te espabilas y cumples con tu obligación, perderás y te destruirán.

[…]

―Bueno, también he pensado en eso ―dije―. Sí, señor, he pensado mucho en eso también. Prácticamente estaba convencido de que tenía que ponerme a detener gente y empezar a comportarme como un sheriff normal, pero entonces he pensado un poco más y he llegado a la conclusión de que no tenía que hacerlo.

―Pero Nick…

La gente no quiere que haga eso. A lo mejor creen que lo quieren, pero no es cierto. Lo único que quieren es que les dé algún motivo para elegirme otra vez.

―Te equivocas, Nick. ―Robert Lee movió la cabeza―. Estás pero que muy equivocado. Ganaste con triquiñuelas en el pasado, pero esta vez no te saldrá bien. No con un hombre realmente admirable como Sam Gaddis.

Dije que bueno, que ‘vivir para ver’ y me lanzó una mirada fulminante.

―No pensarás que Sam Gaddis no es un buen hombre, ¿verdad? No es eso, ¿verdad que no, Nick? Porque si se te ha pasado por la cabeza sacar a relucir alguna porquería…

―Ni se me había ocurrido ―dije―. No podría sacar a relucir ninguna porquería en contra de Sam aunque quisiera, porque no hay ninguna que desenterrar.

―Eso está bien. Me alegra que te hayas dado cuenta.

―Sí, señor. Sé que Sam es un hombre tan honrado como el que más. Precisamente por eso no comprendo cómo pueden circular todos esos rumores sobre él.

―Eso está bien. Yo… ¿qué? ―Me miró sobresaltado―. ¿Qué rumores?

―¿Insinúas que no te has enterado? ―le pregunté.

―¡Pues claro que no! Dime inmediatamente de qué se trata.

Hice como si fuera a contárselo, pero me detuve y negué con la cabeza.

―No voy a hacerme eco ―dije―. Si no te has enterado ya, ten por seguro que no será por mí. ¡No, señor!

Echó un rápido vistazo a su alrededor y se inclinó hacia adelante, la voz casi un murmullo:

Cuéntamelo, Nick. Te juro que no le diré una palabra a nadie.

―No puedo. Sencillamente, no puedo, Robert Lee. No estaría bien y no hay motivo para hacerlo. ¿Qué importa que la gente vaya difundiendo por ahí un montón de chismes sucios sobre Sam, cuando sabemos que todo es mentira?

―Nick…

―Te diré lo que voy a hacer. Cuando Sam salga a pronunciar su primer discurso electoral, el domingo próximo, yo subiré con él al estrado. Tendrá todo mi apoyo moral, absolutamente todo, y voy a decirlo así, porque sé que no hay una palabra de verdad en todas esas historias repulsivas y nauseabundas que circulan sobre él.

Robert Lee Jefferson me siguió hasta la puerta delantera haciendo todo lo posible pos sonsacarme los chismes. Seguí en mis trece, naturalmente, ya que la razón más importante de mi silencio era que en toda mi vida no había oído decir nada malo sobre Sam Gaddis.

―No, señor ―dije mientras cruzaba la puerta―. No voy a hacerme eco. Si quieres oír suciedades sobre Sam, pregúntale a otro.

―¿A quién? ―inquirió ansioso―. ¿A quién puedo preguntarle, Nick?

―A cualquiera. Sencillamente a cualquiera. Siempre hay gente dispuesta a difamar a un hombre honrado, aun cuando no sepa cómo.

 

 Jim Thompson, 1280 almas, cap. 9

 

 

42)   Si tuvieras que describir a Nick Corey, qué cualidades destacarías y por qué. Compara, por ejemplo, el segundo párrafo con los criterios  que los chicos de El Señor de las Moscas siguen para optar entre Ralph o Jack

43)   ¿Nick es sincero o mendaz? ¿Lo es igualmente consigo mismo y con los demás? ¿Por qué?

44)   ¿Cuál es su principal preocupación? ¿Qué tiene que hacer para lograr su objetivo? Repara en la estrategia electoral que sigue:

a)    Primero, decide que tiene que cambiar algo (las formas o como se dice hoy, ‘la imagen’) para que todo siga igual (paradoja que coincide con lo que el Príncipe de Salina había dicho poco antes en la novela El Gatopardo, de Lampedusa). ¿Hay alguna otra paradoja en el diálogo?

b)    Antes de trazar un plan, Nick tiene que estar seguro de lo que sus electores esperan de él, lo cual no coincide con lo que se supone que quieren que haga (Nick, en cambio, parece conocerse muy bien a sí mismo)

c)    Nick traza y pone en marcha, durante el diálogo, su plan. ¿En qué consiste? ¿Le funciona? ¿Cómo lo sabes?

 

45)   Blas Pascal escribió que “es necesario tener un pensamiento propio y juzgarlo todo con él, y, sin embargo, hablar como el pueblo”. ¿En qué se nota que Nick habla “como el pueblo”?

46)   ¿Qué opinión tiene Nick de la gente? ¿A sus electores les interesa que sea honrado? ¿Cómo lo sabemos?

47)   Saca conclusiones: ¿es necesario y aconsejable mentir para hacer política? ¿En cualquier caso, la tesis de Nick te parece correcta y confirmada en la sociedad donde vives?

 

Planteando cuestiones: el siglo XX

48)   ¿Qué diferencia hay entre el fragmento de Rebelión en la granja, incluido en la presentación, y éste que viene a continuación?

49)   En este último hay palabras y frases destacadas con tres colores distintos: di qué color corresponde a:

a)    La propaganda política (sus agentes y formas) y la esperanza religiosa

b)    los hechos

c)    los destinatarios y sus reacciones

 

50)   ¿Hay alguna contradicción entre el primer texto de la presentación y este segundo? ¿Hay alguna contradicción dentro de este segundo texto?

 

Mientras tanto, la vida seguía siendo dura. El invierno era tan frío como el anterior y la comida aún más escasa. Nuevamente fueron reducidas todas las raciones, exceptuando las de los cerdos y las de los perros. «Una igualdad demasiado rígida en las raciones —explicó Squealer—, sería contraria a los principios del Animalismo». De cualquier manera no tuvo dificultad en demostrar a los demás que, en realidad, no estaban faltos de comida, cualesquiera que fueran las apariencias. Ciertamente, fue necesario hacer un reajuste de las raciones (Squealer siempre mencionaba esto como «reajuste», nunca como «reducción»), pero comparado con los tiempos de Jones, la mejoría era enorme. Leyéndoles las cifras con voz chillona y rápida, les demostró detalladamente que contaban con más avena, más heno y más nabos de los que tenían en los tiempos de Jones; que trabajaban menos horas, que el agua que bebían era de mejor calidad, que vivían más años, que una mayor proporción de criaturas sobrevivía a la infancia y que tenían más paja en sus pesebres y menos pulgas. Los animales creyeron todo lo que dijo. En verdad, Jones, y lo que él representaba, casi se había borrado de sus memorias. Ellos sabían que la vida era dura y áspera, que muchas veces tenían hambre y frío, y generalmente estaban trabajando cuando no dormían. Pero, sin duda alguna, peor había sido en los viejos tiempos. Sentíanse contentos de creerlo así. Además, en aquellos días fueron esclavos y ahora eran libres, y eso representaba mucha diferencia, como Squealer nunca se olvidaba de señalarles.

 

Había muchas bocas más que alimentar. En el otoño, las cuatro cerdas tuvieron crías simultáneamente, amamantando, entre todas, treinta y un cochinillos. Los jóvenes cerdos eran manchados, y como Napoleón era el único verraco en la granja, no fue difícil adivinar su origen paterno. Se anunció que más adelante, cuando se compraran ladrillos y maderas, se construiría una escuela en el jardín. Mientras tanto, los lechones fueron educados por Napoleón mismo en la cocina de la casa. Hacían su gimnasia en el jardín y se les disuadía de jugar con los otros animales jóvenes. En esa época también se implantó la regla de que cuando un cerdo y cualquier otro animal se encontraran en el camino, el segundo debía hacerse a un lado; y asimismo, que los cerdos de cualquier categoría iban a tener el privilegio de adornarse con cintas verdes en la cola los domingos.

 

La granja tuvo un año bastante próspero, pero aún andaban escasos de dinero. Faltaban por adquirir los ladrillos, la arena y el cemento necesarios para la escuela e iba a ser preciso ahorrar nuevamente para la maquinaria del molino. Se requería, además, petróleo para las lámparas y velas para la casa, azúcar para la mesa de Napoleón (prohibió esto a los otros cerdos, basándose en que los hacía engordar) y todos los enseres corrientes, como herramientas, clavos, hilos, carbón, alambre, hierros y bizcochos para los perros. Una parva de heno y parte de la cosecha de patatas fueron vendidas, y el contrato de venta de huevos se aumentó a seiscientos por semana, de manera que aquel año las gallinas apenas empollaron suficientes pollitos para mantener las cifras al mismo nivel. Las raciones, rebajadas en diciembre, fueron disminuidas nuevamente en febrero, y se prohibieron las linternas en los pesebres para economizar petróleo. Pero los cerdos parecían estar bastante a gusto y, en realidad, aumentaban de peso. Una tarde, a fines de febrero, un tibio y apetitoso aroma, como jamás habían percibido los animales, llegó al patio, transportado por la brisa y procedente de la casita donde se elaboraba cerveza en los tiempos de Jones, casa que se encontraba más allá de la cocina. Alguien dijo que era el olor de la cebada hirviendo. Los animales husmearon hambrientos y se preguntaron si se les estaba preparando un pienso caliente para la cena. Pero no apareció ningún pienso caliente, y el domingo siguiente se anunció que desde ese momento toda la cebada sería reservada para los cerdos. El campo detrás de la huerta ya había sido sembrado con cebada. Y pronto se supo que todos los cerdos recibían una ración de una pinta de cerveza por día y medio galón para el mismo Napoleón, que siempre se le servía en la sopera del juego guardado en la vitrina de cristal.

 

Pero si bien no faltaban penurias que aguantar, en parte estaban compensadas por el hecho de que la vida tenía mayor dignidad que antes. Había más canciones, más discursos, más desfiles. Napoleón ordenó que una vez por semana se hiciera algo denominado Demostración Espontánea, cuyo objeto era celebrar las luchas y triunfos de la «Granja Animal». A la hora indicada, los animales abandonaban sus tareas y desfilaban por los límites de la granja en formación militar, con los cerdos a la cabeza, luego los caballos, las vacas, las ovejas y después las aves. Los perros marchaban a los lados y a la cabeza de todos, el gallo negro de Napoleón. Boxer y Clover llevaban siempre una bandera verde marcada con el asta y la pezuña y el lema: « ¡Viva el Camarada Napoleón!». Luego venían recitales de poemas compuestos en honor de Napoleón y un discurso de Squealer dando detalles de los últimos aumentos en la producción de alimentos, y en algunas ocasiones se disparaba un tiro de escopeta. Las ovejas eran las más aficionadas a las Demostraciones Espontáneas, y si alguien se quejaba (como lo hacían a veces algunos animales, cuando no había cerdos ni perros) alegando que se perdía tiempo y se aguantaba un largo plantón a la intemperie, las ovejas lo acallaban infaliblemente con un estentóreo: «¡Cuatro patas sí, dos pies no! ». Pero, a la larga, a los animales les gustaban esas celebraciones. Resultaba satisfactorio el recuerdo de que, después de todo, ellos eran realmente sus propios amos y que todo el trabajo que efectuaban era en beneficio común. Y así, con las canciones, los desfiles, las listas de cifras de Squealer, el tronar de la escopeta, el cacareo del gallo y el flamear de la bandera, podían olvidar por algún tiempo que sus barrigas estaban poco menos ya que vacías.

 

En abril, «Granja Animal» fue proclamada República y se hizo necesario elegir un Presidente. Había un solo candidato: Napoleón, que resultó elegido por unanimidad. El mismo día se reveló que se descubrieron nuevos documentos dando más detalles referentes a la complicidad de Snowball con Jones. Según ellos, parecía que Snowball no sólo trató de hacer perder la «Batalla del Establo de las Vacas» mediante una estratagema, como habían supuesto los animales, sino que estuvo peleando abiertamente a favor de Jones. En realidad, fue él quien dirigió las fuerzas humanas y arremetió en la batalla con las palabras «¡Viva la Humanidad!». Las heridas sobre el lomo de Snowball, que varios animales aún recordaban haber visto, fueron infligidas por los dientes de Napoleón.

 

A mediados del verano, Moses, el cuervo, reapareció repentinamente en la granja, tras una ausencia de varios años. No había cambiado nada, continuaba sin hacer trabajo alguno y se expresaba igual que siempre respecto al Monte Azúcar. Solía posarse sobre un poste, batía sus negras alas y hablaba durante horas a cualquiera que quisiera escucharlo. «Allá arriba, camaradas —decía, señalando solemnemente el cielo con su pico largo—, allá arriba, exactamente detrás de esa nube oscura que ustedes pueden ver, allí está situado Monte Azúcar, esa tierra feliz donde nosotros, pobres animales, descansaremos para siempre de nuestras fatigas». Hasta sostenía haber estado allí en uno de sus vuelos a gran altura, y haber visto los campos perennes de trébol y las tartas de semilla de lino y los terrones de azúcar creciendo en los cercados. Muchos de los animales le creían. Actualmente, razonaban ellos, sus vidas no eran más que hambre y trabajo; ¿no resultaba, entonces, correcto y justo que existiera un mundo mejor en alguna parte? Una cosa difícil de determinar era la actitud de los cerdos hacia Moses. Todos ellos declaraban desdeñosamente que sus cuentos respecto a Monte Azúcar eran mentiras y, sin embargo, le permitían permanecer en la granja sin trabajar, con una pequeña ración de cerveza por día.

 

Después de habérsele curado el casco, Boxer trabajó más que nunca. Ciertamente, todos los animales trabajaron como esclavos aquel año.

 

Georges Orwell, Rebelión en la granja IX

 

Actividad de desarrollo: el ciudadano frente a la Raza y el Estado

51)   La crónica de El País, reproducida en la presentación, ¿qué punto de vista adopta respecto a la ideología personificada por Javier Arzalluz? Fíjate en la manera de designar al vascuence o vizcaíno, así como en la toponimia y la ortografía de antropónimos y patronímicos vascongados (en los dialectos vascos, hasta el siglo XIX, existían los  grafemas <c> , <v> e <y>; en cuanto a la grafía <k> y el dígrafo <tx>, son imposiciones del vascuence unificado, diseñado en el siglo XX y que emplea el articulista)

52)   Las declaraciones de los tres dirigentes políticos, seleccionadas y reproducidas al final de la crónica, ¿ponen en cuestión el nacionalismo?

53)   En el texto siguiente ¿cómo explica Joachim Fest la hegemonía nacionalsocialista en la Alemania de preguerra (S.G.M.)?

 

En general, fueron pocas las motivaciones intelectuales que habían llevado a Hitler al poder; fueron más determinantes las experiencias vitales de la gente. Entre ellas, estaban la inflación y la crisis económica mundial, junto con el derrumbamiento de la clase media que tradicionalmente había llevado el peso del Estado. Dado lo cual, cualquiera que se hubiera visto afectado por esos problemas temía hundirse aún más en el vacío. A esto hay que añadir el desgarramiento ideológico de la idea del Estado y el hecho de que la tendencia de la época se orientaba hacia sistemas totalitarios o, al menos, dictatoriales, especialmente cuando su portavoz era un especialista en el manejo de la opinión pública y un demagogo como Hitler. Por eso, amplias e indecisas capas de la población que habían simpatizado totalmente con la República no sólo se creían amenazadas por los radicales de derechas y de izquierdas, sino que se rendían cada vez más ante la opinión de que nada menos que el llamado espíritu de los tiempos imponía un cambio de rumbo. Con Hegel en la mochila, la idea resultaba familiar.

No obstante, hoy uno se pregunta todavía cómo todos estos motivos pudieron hacer enloquecer a un viejo pueblo civilizado como el alemán. ¿Cómo los dirigentes del movimiento nacionalsocialista pudieron pisotear todas las garantías constitucionales sin que hubiera la más mínima resistencia? […]

La explicación más sencilla para el auge del nacionalsocialismo era que, al igual que todos los grupos lucrativos y dispuestos a utilizar la fuerza, atrajo a los oportunistas. Esto queda demostrado tanto por el tumultuoso desbordamiento de los llamados “caídos de marzo”, que se contaban por cientos de miles y que se afiliaron al partido a última hora durante la primavera de 1933, como también por la desaparición del partido en 1945 sin dejar rastro. Nadie deseaba haber pertenecido a algo que había resultado tan estéril. Durante años no se habían querido ver los atroces delitos del régimen y se había dado coba a los poderosos. […]

La adaptación durante los primeros años de la posguerra se ha calificado posteriormente como “silencio elocuente”, lo cual no suponía simplemente una forma de represión. Más bien en él se mezclaban el desencanto, la vergüenza y el despecho, en un conjunto impregnado de rechazo de la culpa. Hay que añadir la tendencia a interpretar papeles protagonistas. Unos se inventaron actos de resistencia que nunca realizaron; otros, en el juego del arrepentimiento, se esforzaban por buscar un sitio bien visible en el banco de la autoacusación. Sin embargo, en medio de sus lamentos, parecían dispuestos a calumniar a quienes no hicieran como ellos y se dieran continuamente golpes en su pecho pecador. Cuando Günter Grass o alguno de los innumerables autoacusadores manifestaban su sentimiento de vergüenza, en modo alguno querían llamar la atención sobre su propia culpabilidad, más bien sobre los muchos motivos de todos los demás para avergonzarse. No obstante, según ellos, para su escándalo y el de todos los demás, la gran masa no estaba preparada para esto. Ellos se sentían ya libres de cualquier reproche gracias al reconocimiento de su vergüenza.

Joachim Fest, Yo no. El rechazo del nazismo como actitud moral, pp. 274

 

Actividad de síntesis:  el ciudadano frente a la Identidad colectiva

El Excels de Ubú president “no ve nada, pero está pendiente de todo”, “tiene una forma de hablar monologante” y está convencido de que “Cataluña está rodeada de enemigos”:

 

54)   ¿Qué implicaciones tiene todo eso para quienes viven en Cataluña?

55)   ¿Por qué el Excels dice que su televisión oficial “vale la pena”, a pesar de que “nos costáis mucho dinero”?

56)   Esta fotografía de una dirigente política usando la cabeza de un niño ¿qué sugiere?

 

El País, 19-5-1995

 

En la fotografía de Consuelo Bautista (de la presentación),

57)   ¿qué expresan los gestos y las miradas de ambos dirigentes?

58)   ¿Hay algo más que te llame la atención? ¿Por qué?

 

Observa las dos viñetas siguientes:

 


El País, 28-9-1980

El País, 11-10-1998

 

 

59)   En los casi veinte años transcurridos entre una y otra, ¿qué es lo que ha cambiado? Fíjate en que

a)       En ambas viñetas hay dos niveles: uno superior y otro inferior

b)      En una, lo que viene de arriba está colgado del techo (se puede descolgar); en la otra, es un arma gigantesca erigida sobre un montículo

c)       La primera es una oferta… mercantil (supermercado); la segunda es intimidatoria y amenaza con la muerte física (revólver)…

d)      … y cívica: en aquélla hay personas con rostro; en ésta, no

 

Actividad de ampliación: el ciudadano frente a la Clase

En  conjunto, lo que yo viví fue el desmoronamiento del mundo burgués. Ya se veía venir antes de que Hitler apareciera en escena. Lo que sostuvo su vigencia fueron sólo caracteres individuales, nada de clases, grupos o ideologías. Demasiadas fuerzas sociales colaboraron en la destrucción de ese mundo, la derecha política, así como la izquierda, el arte, la literatura, los movimientos juveniles y otros más. En esencia, Hitler únicamente recogió los restos que quedaban. Era un revolucionario. Pero mientras procuraba dotarse de una apariencia burguesa, arruinó las fachadas vacías del orden burgués con la ayuda de los propios burgueses: el deseo de acabar con este orden era demasiado poderoso. Dicho deseo inspiró también la confianza de los años de la posguerra en el futuro de la historia, ya que la necesidad de chivos expiatorios [como la burguesía] siempre ha sido enorme, al igual que antes [el deseo de acabar con el orden burgués] había sido el inspirador y, en parte, ejecutor de los innumerables crímenes del régimen [nacionalsocialista].

 

Joachim Fest, Yo no. El rechazo del nazismo como actitud moral, pp. 275

 

60)   ¿Qué diferencia a Henry David Thoreau de los europeos entre 1917 y la Caída del muro de Berlín?

61)   Lee el siguiente fragmento de El cero y el infinito y di qué tienen en común Ivanof (en esta novela) y Bazárov (personaje de la novela de Turguiéniev, Padres e hijos, comentada en las actividades sobre el 7 de julio. El sentido histórico)

 

No apruebo la mezcla de ideologías ―dijo Ivanof―. No hay más que dos concepciones de la moral humana, y las dos tienen polos opuestos. Una de ellas es cristiana y humanitaria, declara sagrado al individuo y afirma que las reglas de la aritmética no deben aplicarse a las unidades humanas, que en nuestra ecuación representan ya cero, ya el infinito. La otra concepción arranca fundamentalmente del principio de que un fin colectivo justifica todos los medios, y no solamente permite sino que hasta exige que el individuo esté absolutamente subordinado y sacrificado a la comunidad (la que puede disponer de él, ya como de un cobaya que sirve para un experimento, ya como el cordero que se inmola en los sacrificios). La primera concepción podría denominarse moral antiviviseccionista; la segunda, moral viviseccionista. Los vagarosos y los aficionados han intentado de siempre mezclar las dos concepciones, pero en la práctica esto es imposible. Quienquiera que lleve sobre sí el fardo del poder y de la responsabilidad, se da cuenta a primera vista de que es necesario escoger y, fatalmente, es conducido a escoger la segunda concepción. ¿Conoces tú, desde el establecimiento del cristianismo como religión de Estado, un solo ejemplo de Estado que haya seguido realmente una política cristiana? No puedes citarme ni uno. En los momentos difíciles (y la política es una serie ininterrumpida de momentos difíciles) los gobernantes han podido invocar las “circunstancias excepcionales”, que exigen medidas excepcionales también. Desde que existen naciones y clases, viven las unas contra las otras en un estado permanente de legítima defensa que les fuerza a remitir para otros tiempos la aplicación práctica del humanitarismo...

[…]

Rubachof se encogió de hombros.

―Admitamos ―dijo― que el humanitarismo y la política sean incompatibles, que lo sean también el respeto al individuo y el progreso social. Admitamos que Ghandi sea una catástrofe para la India; que la pureza en la elección de medios conduce a la impotencia política. Pero mira a dónde nos lleva el otro método, el anticristiano…

―¿Adónde, pues? ―dijo Ivanof.

Rubachof se frotó los lentes contra la manga y miró a Ivanof con su aire miope.

―¡Qué basurero ―dijo―, qué feo basurero hemos hecho de nuestra Edad de Oro!

Ivanof sonrió.

―Puede ser ―dijo con aire satisfecho―. Pero piensa en los Gracos y en Saint-Just y en la Comuna de París. Hasta ahora todas las revoluciones han sido hechas por aficionados moralizantes. Ellos han ido siempre de buena fe, pero han perecido por su diletantismo. Nosotros somos los primeros en ser lógicos con nosotros mismos…

―Sí ―dijo Rubachof―, tan lógicos que, interesados en un justo reparto de la tierra, hemos dejado morir con deliberado propósito en un solo año alrededor de cinco millones de aldeanos con sus familias. Hemos llevado tan lejos la lógica en la liberación de los seres humanos de las trabas de la explotación industrial, que hempos enviado cerca de dos millones de personas a trabajos forzados en las regiones árticas y en las selvas orientales, en condiciones análogas a las de los galeotes de la antigüedad. Nosotros hemos llevado tan lejos la lógica, que para arreglar una simple divergencia de criterio no conocemos otro argumento que la muerte: la muerte, ya se trate de submarinos, de abonos o de la política del Partido en Indochina. Nuestros ingenieros trabajan con la idea constantemente presente en su espíritu de que un error de cálculo puede llevarles a la cárcel o al patíbulo; los altos funcionarios administrativos arruinan y matan a sus subordinados porque saben que si fueran responsables de la menor falta, ellos mismos serían asesinados; nuestros poetas terminan sus discusiones estilísticas denunciándose mutuamente a la policía secreta, porque los expresionistas consideran que el estilo naturalista es contrarrevolucionario y viceversa. Obrando lógicamente por el interés de generaciones venideras, hemos impuesto tan terribles privaciones a la generación presente, que la duración media de su existencia ha disminuido en la cuarta parte. Con el fin de defender la existencia del país, debemos tomar medidas excepcionales y hacer leyes de transición, contrarias por completo a los fines de la Revolución. El nivel de vida del pueblo es inferior al que tenía antes de la Revolución; sus condiciones de trabajo son más duras, la disciplina es más inhumana, la jornada y exigencias, peores que en las colonias donde se emplean culíes indígenas; hemos hecho llegar hasta los niños de doce años la pena capital; nuestras leyes sexuales son más rígidas en su espíritu que las de Inglaterra; nuestro culto al Jefe, más bizantino que en las dictaduras reaccionarias. Nuestra prensa y nuestras escuelas cultivan el patriotismo de campanario, el militarismo, el dogmatismo, el conformismo y la ignorancia. El poder arbitrario del Gobierno es ilimitado y no tiene ejemplo en la historia; las libertades de prensa, opinión y movimiento han desaparecido totalmente entre nosotros, como si la Declaración de los Derechos del Hombre no hubiera existido jamás. Hemos edificado el más gigantesco aparato policiaco, en el que los confidentes han venido a ser una institución nacional, y lo hemos dotado con el sistema más refinado y más científico de torturas mentales y físicas. Conducimos a las gimientes masas a latigazos hacia una felicidad teórica y futura que nosotros somos los únicos en entrever. La energía de esa generación está agotada, se ha disipado en la Revolución; pues esta generación está completamente desangrada y ya no queda de ella más que un pingajo de carne sacrificatoria que yace con su torpor… Estas son las consecuencias de nuestra lógica. Tú has llamado a esto moral viviseccionista. A mí me parece que los investigadores han desollado viva a la víctima y la han dejado de pie, con sus tejidos, sus músculos y sus nervios al aire…

―Bien. ¿Y luego? ―dijo Ivanof con aire satisfecho―. ¿No encuentras que esto es maravilloso? ¿Sucedió alguna vez en la historia algo tan maravilloso? Nosotros arrancamos a la humanidad su vieja piel para darle una nueva. Esto no es ocupación para gente de nervios delicados.

 

Arthur Koestler, El cero y el infinito II, 7

 

Conclusión

62)   ¿Qué has descubierto en esta exploración literaria? ¿Te has replanteado algo, después de hacer estas actividades? ¿Por qué?

 

Actividad de evaluación (portafolio digital)

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1. ¿Quién soy?

2. ¿Qué debo hacer?