Historia del Automóvil

Los primeros automóviles

Establecer la cronología para el nacimiento del automóvil en España
siempre ha sido objeto de polémica. Pero la mayoría de los historiadores
coinciden en que 1899 debe tomarse como el año de partida para fijar la
fecha en que un automóvil propulsado con motor de explosión comenzó a
rodar por los caminos españoles.

Si nos remontamos en el tiempo el automóvil va unido a la necesidad de
movilidad del ser humano. Desde que se inventó la rueda y se le acopló un
eje, lo que ha venido después han sido diferentes formas de tracción para
propulsar su movimiento. El empleo de animales de tiro ha sido el más
generalizado hasta que en los primeros años del siglo XIX se empezó a
utilizar el vapor de agua para generar el movimiento. Se sabe que
anteriormente, en 1765 ya se había utilizado una máquina de vapor en la
industria minera, pero fue a partir de 1804 cuando se desarrolla esta nueva
fuente de energía aplicada al ferrocarril.

A partir de este momento también hubo algunos intentos de trasladar la tracción por motores de vapor a un móvil que se desplazara sin la necesidad de railes. En España se tiene constancia de uno de ellos construido en Valladolid en el año 1861 por el ingeniero Pedro de Ribera, y que recibió el nombre de Locomóvil Castilla. Estaba propulsado por un gran motor alimentado por carbón y capaz de desarrollar 10 CV. Eran necesarias dos personas para manejar este artilugio. Este vehículo llegó a realizar un viaje desde Valladolid a Madrid llevando pasajeros. Los 10 Cv. que generaba su motor le permitían alcanzar una velocidad máxima de 15 km/h., velocidad nada despreciable para el peso del Locomóvil, y para el estado de los caminos de la época. Posteriormente le siguió otro modelo, el "Príncipe de Asturias" que se cree fue muy similar al anterior. También hubo muchos intentos de construir vehículos a vapor y locomóviles, algunos de ellos interesantes, pero todos necesitaban de un esfuerzo considerable para ser manejados.

En esta misma línea la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona
construía unos años más tarde otro Locomóvil algo más ligero que el Castilla.

También hubo otros intentos para conseguir un motor de combustión
utilizando gas, pero se necesitaba una gran cantidad de aceite para su
engrase y lubricación y producía demasiados humos de escape.

Pero la auténtica revolución se produce en Alemania cuando dos ingenieros Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach fabrican un motor de explosión de cuatro tiempos, y simultáneamente un profesor de química, Eilhard Mitscherlich descubre un hidrocarburo muy estable y con un alto poder energético que llevaba por nombre benzina.

Estos dos ingenieros construyen este motor, y dos años más tarde lo
montan sobre un vehículo de dos ruedas. Por otro lado otro joven ingeniero alemán, Karl Benz, también estaba trabajando en la fabricación de motores a gas. Benz tuvo noticias de los motores de cuatro tiempos de Daimler, y después de una dura competencia en el mercado acabaron fusionándose en lo que daría lugar a la sociedad Daimler-Benz, precursora de la actual Mercedes Benz.

Uno de los principales clientes de la empresa fue, Emil Jellinek, un acaudalado hombre de negocios, amante de los automóviles y que tenía una hija que se llamaba Mercedes Jellinek. El nombre de Mercedes fue usado a la postre por el constructor para designar a sus automóviles.
 

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