Horaci

HORACI:

 

Q. Horatius Flaccus Venusinus, natus est anno 65 patre libertino. bello Philippensi tribunus militum meruit. victis partibus venia impetrata scriptum quaestorium conparavit. poeta primo Maecenati, mox Augusto insinuatus est. habitu corporis fuit brevis atque obesus, ad res venereas intemperantior traditur. vixit plurimum in secessu ruris sui Sabini aut Tiburtini. decessit Romae anno 8 ante Christum natum.

 

C a r m i n u m l i b e r p r i m u s
C a r m e n I: Metrum: Asclepiadeum primum

Maecenas atavis edite regibus,
o et praesidium et dulce decus meum:
sunt quos curriculo pulverem Olympicum
collegisse iuvat metaque fervidis

5

evitata rotis palmaque nobilis
terrarum dominos evehit ad deos;
hunc, si mobilium turba Quiritium
certat tergeminis tollere honoribus;
illum, si proprio condidit horreo

10

quidquid de Libycis verritur areis.
gaudentem patrios findere sarculo
agros Attalicis condicionibus
numquam demoveas, ut trabe Cypria
Myrtoum pavidus nauta secet mare;

15

luctantem Icariis fluctibus Africum
mercator metuens otium et oppidi
laudat rura sui: mox reficit rates
quassas indocilis pauperiem pati.
est qui nec veteris pocula Massici

20

nec partem solido demere de die
spernit, nunc viridi membra sub arbuto
stratus, nunc ad aquae lene caput sacrae;
multos castra iuvant et lituo tubae
permixtus sonitus bellaque matribus

25

detestata; manet sub Iove frigido
venator tenerae coniugis inmemor,
seu visa est catulis cerva fidelibus,
seu rupit teretes Marsus aper plagas.
me doctarum hederae praemia frontium

30

dis miscent superis, me gelidum nemus
Nympharumque leves cum Satyris chori
secernunt populo, si neque tibias
Euterpe cohibet nec Polyhymnia
Lesboum refugit tendere barbiton.

35

quodsi me lyricis vatibus inseres,
sublimi feriam sidera vertice.

Mecenas, estirpe de antiguos reyes, ¡oh mi refugio, mi apacible gloria! Hay quienes encuentran placer en haberse cubierto en la carrera con el polvo olímpico. Y la meta, perseguida por las ruedas ardientes de su carro y la codicia de las palmas triunfales los eleva a los dioses, dueños de la Tierra.

Este otro se regocija si la turba inconstante de los ciudadanos, produciéndose a porfía, le hace subir el triple escalón de los honores.

Huélgase aquel otro si encierra previsor en sus silos todo el grano recogido en las eras líbicas. A aquel, cuyo gozo es labrar con el azadón los campos de sus mayores, jamás, ni aun pagándole todo el oro de Atalo, se le arrancará de allí para llevarlo, marino temeroso, a surcar con nave de Chipre el mar de Mirtos.

Cuando el Abrego lucha con las olas icarias, el mercader espantado añora la quietud apacible y el campo de su aldea; mas pronto repara las averías de sus embarcaciones, pues no se resigna a padecer miseria. He aquí uno que no desdeña las copas de un Másico añejo y gustosamente consume una parte del día ya tendido su cuerpo bajo el verde madroño, ya cerca del armonioso brotar de un manantial sagrado.

Muchos encuentran placer en el campamento, en los acentos confundidos del clarín y de la trompeta, en los combates que las madres maldicen.

El cazador permanece a cielo abierto olvidado de su joven esposa sí sus fieles perros han venteado un ciervo, o un jabalí marso ha roto las redes de fina malla.

A mí la hiedra, recompensa de las doctas frentes, me mezcla con los dioses del cielo; a mí el umbrío bosque, y los coros de leves ninfas con los sátiros, me separan del pueblo, con tal que Euterpe no haga callar sus flautas y Polimnia no se niegue a concederme la lira de Lesbos.

Mas si tú me concedes un lugar entre los líricos inspirados, tocaré los astros con altiva frente.



Carmen I.XI A Leucónoe: Carpe diem

Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi

finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios

temptaris numeros. Ut melius quicquid erit pati!

Seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam,

quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare

Tyrrhenum, sapias, vina liques et spatio brevi

spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida

aetas: carpe diem, quam minimum credula postero

No preguntes, sacrilegio es saberlo, qué fin nos señalaron

a ti y a mí, Leucónoe, los dioses, ni consultes los cálculos

Babilonios: ¡cuánto mejor sufrir lo que haya de venir!

Ya si Júpiter te ha concedido muchos inviernos, o si es el último este que ahora fatiga al mar Tirreno contra las rocas que se le enfrentan.

Sé sabia: filtra los vinos y ya que nos es breve el tiempo, recorta la dimensión de tus esperanzas. Mientras hablamos, habrá huido, rencoroso, el tiempo. Apodérate del día de hoy, sin confiar lo más mínimo en el de mañana.

C a r m e n 1.14. La nau com a al·legoria de l’estat. Metrum: Asclepiadeum tertium

O navis, referent in mare te novi
fluctus. o quid agis? fortiter occupa
portum. nonne vides, ut
nudum remigio latus

et malus celeri saucius Africo 5

antemnaeque gemant ac sine funibus
vix durare carinae
possint imperiosius
aequor? non tibi sunt integra lintea,

non di, quos iterum pressa voces malo. 10

quamvis Pontica pinus,
silvae filia nobilis,
iactes et genus et nomen inutile:
nil pictis timidus navita puppibus

fidit. tu nisi ventis 15
debes ludibrium, cave.
nuper sollicitum quae mihi taedium,
nunc desiderium curaque non levis,
interfusa nitentis

vites aequora Cycladas. 20

Carminum I, 14 (La nave del estado)

¿Te llevarán al mar, oh nave, nuevas olas?
¿Qué haces? ¡Ay! No te alejes del puerto.
¿No ves cómo tus flancos están faltos de remos
y, hendido el mástil por el raudo Ábrego,
tus antenas se quejan, y a duras penas
puede aguantar tu quilla sin los cables
al cada vez más agitado mar?
No tienes vela sana, ni dioses
a quienes invocar en tu auxilio,
y ello por más que seas pino del Ponto,
hijo de noble selva, y te jactes
de un linaje y de un nombre inútil.
Nada confía el marinero, a la hora del miedo,
en las pintadas popas. Mantente en guardia,
si es que no quieres ser juguete del viento.
Tú, que fuiste inquietudes para mí
y eres ahora deseo y cuidado no leve,
evita el mar, el mar que baña
las Cícladas brillantes.

C a r m e n X X I V.Consol a Virgili per la mort de Varus. Inexorabilitat de la mort

Metrum: Asclepiadeum alterum

Quis desiderio sit pudor aut modus
tam cari capitis? praecipe lugubris
cantus, Melpomene, cui liquidam pater
vocem cum cithara dedit.

ergo Quintilium perpetuus sopor 5
urget; cui Pudor et Iustitiae soror
incorrupta Fides nudaque Veritas
quando ullum inveniet parem?
multis ille bonis flebilis occidit,

nulli flebilior quam tibi, Vergili. 10
tu frustra pius, heu, non ita creditum
poscis Quintilium deos.
quid? si Threicio blandius Orpheo
auditam moderere arboribus fidem,

num vanae redeat sanguis imagini, 15
quam virga semel horrida
non lenis precibus fata recludere
nigro conpulerit Mercurius gregi?
durum: sed levius fit patientia

quidquid corrigere est nefas. 20

¿Qué moderación cabe, que rubor en llorar la muerte de un tan querido amigo? Enséñame cantos lúgubres, Melpomene a quien Júpiter concedió con la cítara una tan limpia voz.

¿Pero es posible que pese sobre Quintilio el sueño eterno? ¿Cuándo el Pudor y la incorruptible Fidelidad, hermana de la justicia, cuándo la desnuda Verdad encontrarán un igual a él?

A muchos hombres de bien arrancan lágrimas su muerte, pero para nadie es más digno de llanto que para ti, Virgilio; en vano reclamas piadoso a los dioses que te devuelvan, ¡ay!, a Quintilio que de esa manera no les confiaste.

¡Ah, si tu pudieras mejor que Orfeo de Tracia pulsar la lira que atrajo a los árboles! ¿Acaso volvería la sangre a la varia sombra que una vez con su varita espantable Mercurio, inexorable para abrir a las súplicas la puerta fatal, ha empujado al oscuro rebaño de las sombras? ¡Dura ley! Pero la resignación hace menos penoso lo que nos está vedado corregir.

Con menos frecuencia vienen a golpear con piedras tus ventanas cerradas los jóvenes encanallados, para espavilar tu sueño, y menos tu puerta se hace amiga del umbral, antes tan complaciente en mover los goznes. Oyes cada vez menos: ",Duermes, Lidia mía, mientras, siendo tuyo, perezco durante largas noches?"

Pronto, vieja desgreñada llorarás en una calleja solitaria sobre los desprecios de los mujeriegos, mientras que el viento de tracia redobla su bacanal bajo un cielo sin luna

y mientras la quemazón del amor y del deseo que pone en furor a las yeguas volverá tu hígado ulcerado y entonces gemirás, porque la floreciente juventud se goza con la yedra verde y con el oscuro mirto, y ofrece los follajes mustios al Euro camarada del invierno.

Carmen 1.25. A LÍDIA

Parcius iunctas quatiunt fenestras

iactibus crebris iuuenes proterui

nec tibi somnos adimunt amatque

ianua limen,

quae prius multum facilis mouebat 5

cardines. Audis minus et minus iam:

'Me tuo longas pereunte noctes,

Lydia, dormis?'

Inuicem moechos anus arrogantis

flebis in solo leuis angiportu 10

Thracio bacchante magis sub

interlunia uento,

cum tibi flagrans amor et libido,

quae solet matres furiare equorum,

saeuiet circa iecur ulcerosum 15

non sine questu,

laeta quod pubes hedera uirenti

gaudeat pulla magis atque myrto,

aridas frondes hiemis sodali

dedicet Euro. 20

Ya no llaman con golpes tan frecuentes a tus cerradas ventanas los jóvenes atrevidos, ni alteran tu tranquilo sueño; la puerta,

que giraba a todas horas sobre sus quicios, ama permanecer quieta en los umbrales, y oyes menos veces de día en día este estribillo: «¿Duermes, Lidia, dejando perecer a, tu amante?»

Muy pronto serás vieja sin atractivos, y llorarás en la silenciosa calle los desprecios do tus insolentes adoradores, expuesta al viento de Tracia que se desata en la luna nueva.

Entonces los ardientes deseos del amor, que suele enfurecer a tas madres de los potros, abrasando tus llagadas entrañas, te arrancarán hondos gemidos,

al ver cómo la juventud alegre se corona de verde hiedra y mirto resplandeciente, y arroja las guirnaldas marchitas a las frías ondas del Ebro [Euro].

C a r m e n 1.37: Suïcidi de Cleopatra

Metrum: Alcaicum

Nunc est bibendum, nunc pede libero
pulsanda tellus, nunc Saliaribus
ornare pulvinar deorum
tempus erat dapibus, sodales.

5 antehac nefas depromere Caecubum
cellis avitis, dum Capitolio
regina dementis ruinas
funus et imperio parabat
contaminato cum grege turpium

10 morbo virorum, quidlibet inpotens
sperare fortunaque dulci
ebria. sed minuit furorem
vix una sospes navis ab ignibus
mentemque lymphatam Mareotico

15 redegit in veros timores
Caesar ab Italia volantem
remis adurgens, accipiter velut
mollis columbas aut leporem citus
venator in campis nivalis

20 aemoniae, daret ut catenis
fatale monstrum: quae generosius
perire quaerens nec muliebriter
expavit ensem nec latentis
classe cita reparavit oras,

25 ausa et iacentem visere regiam
voltu sereno, fortis et asperas
tractare serpentes, ut atrum
corpore conbiberet venenum,
deliberata morte ferocior:

30 saevis Liburnis scilicet invidens
privata deduci superbo
non humilis mulier triumpho.

Ahora hay que beber; ahora hay que golpear la tierra con pie suelto; ahora en banquete digno de los Salios es tiempo, camaradas, de disponer los manjares de los dioses.

Antes era sacrilegio sacar el vino Cécubo de la bodega de los antepasados en la época en que una reina preparaba la ruina insensata del Capitolio y los funerales del Imperio contaminado de vicio, con su infamante rebaño de hombres castrados; desen-frenada de esperanza y embriagada de las dulzuras de la Fortuna. Mas para amenguar su furor apenas una sola nave de las suyas escapó del incendio, y para reducir a terrores su mente turbada por el vino Mereótico, César, mientras ella volaba lejos de Italia.

forzó el empuje de los remos para caer sobre ella como cae el gavilán sobre las tímidas palomas, o sobre la liebre el ágil cazador en las llanuras de la helada Hemonia; quería ceñir de cadenas al monstruo fatal. Mas ella buscando más noble muerte, ni tuvo femenil espanto ante la espada ni ganó con su flota rápida la seguridad de abrigadas costas; osó en cambio contemplar con impávido rostro su palacio en ruinas y sin temor manejar las serpientes irritadas para embeber su cuerpo en negra ponzoña, más intrépida por la voluntad de morir: mujer soberbia, negó a las crueles la gloria de conducirla destronada en orgulloso triunfo.

Carmen 1.38 [VVoce]. Al seu criat Aspiració a la vida senzilla

Metrum: Sapphicum

Persicos odi, puer, apparatus,

displicent nexae philyra coronae,

mitte sectari, rosa quo locorum

sera moretur.

Simplici myrto nihil adlabores 5

sedulus, curo: neque te ministrum

dedecet myrtus neque me sub arta

uite bibentem.

Muchacho, aborrezco el fausto de los persas;

no me agradan las coronas cuyas hojas entrelaza

la sutil corteza del tejo; así, no te afanes por averiguar en qué punto florecen las rosas tardías.

Quiero que no emplees en mi guirnalda más que el simple mirto. El mirto te sienta muy bien al alargarme la copa, y a mí cuando la apuro bajo la sombría parra.

C a r m e n 2.10 Metrum: Sapphicum. A Licini: La bonesa de la mitjania

Rectius vives, Licini, neque altum
semper urgendo neque, dum procellas
cautus horrescis, nimium premendo
litus iniquum.

auream quisquis mediocritatem 5
diligit, tutus caret obsoleti
sordibus tecti, caret invidenda
sobrius aula.
saepius ventis agitatur ingens

pinus et celsae graviore casu 10
decidunt turres feriuntque summos
fulgura montis.
sperat infestis, metuit secundis
alteram sortem bene praeparatum

pectus: informis hiemes reducit 15

Iuppiter, idem
submovet; non, si male nunc, et olim
sic erit: quondam cithara tacentem
suscitat Musam neque semper arcum

tendit Apollo. 20

rebus angustis animosus atque
fortis adpare, sapienter idem
contrahes vento nimium secundo
turgida vela.

Más rectamente vivirás, Licinio,
si no navegas siempre por alta mar,
ni, mientras cauto temes las tormentas,
costeas el abrupto litoral.
Todo el que ama una áurea medianía
carece, libre de temor, de la miseria
de un techo vulgar; carece también,
sobrio, de un palacio envidiable.
Con más violencia azota el viento
los pinos de mayor tamaño,
y las torres más altas caen
con mayor caída, y los rayos
hieren las cumbres de los montes.
Espera en la adversidad, y en la
felicidad otra suerte teme,
el pecho bien dispuesto.
Es Júpiter quien trae
los helados inviernos,
y es él quien los aleja.
No porque hoy vayan mal las cosas
sucederá así siempre:
Apolo a veces hace despertar
con su cítara a la callada Musa;
no está siempre tensando el arco.
Muéstrate fuerte y animoso
en los aprietos y estrecheces;
y, de igual modo, cuando un viento
demasiado propicio hincha tus velas,
recógelas prudentemente.

Horace, Oda 2.14 [VVoce] A PÒSTUM

Eheu fugaces, Postume, Postume,

labuntur anni nec pietas moram

rugis et instanti senectae

adferet indomitaeque morti,

non, si trecenis quotquot eunt dies, 5

amice, places inlacrimabilem

Plutona tauris, qui ter amplum

Geryonen Tityonque tristi

compescit unda, scilicet omnibus

quicumque terrae munere uescimur 10

enauiganda, siue reges

siue inopes erimus coloni.

Frustra cruento Marte carebimus

fractisque rauci fluctibus Hadriae,

frustra per autumnos nocentem 15

corporibus metuemus Austrum:

uisendus ater flumine languido

Cocytos errans et Danai genus

infame damnatusque longi

Sisyphus Aeolides laboris. 20

Linquenda tellus et domus et placens

uxor, neque harum quas colis arborum

te praeter inuisas cupressos

ulla breuem dominum sequetur;

absumet heres Caecuba dignior 25

seruata centum clauibus et mero

tinguet pauimentum superbo,

pontificum potiore cenis.

Cuán fugaces, ¡ay! Póstumo, Postumo, resbalan los años, sin que nuestra piedad alcance a detener las arrugas de la presurosa vejez ni et rigor implacable

de la muerte.

Amigo, será inútil que intentes aplacar con tres hecatombes <trescientos toros> cada día al inexorable Pintón, que rodea a Titio y al triforme

Gerión <Geriones>

con las tristes ondas [de la Estigia], que hemos de atravesar cuantos nos alimentamos de los frutos de la tierra, ora seamos reyes, ora pobres colonos.

En vano evitaremos los cruentos choques de Marte, en vano venceremos el ronco oleaje del Adriático furioso, en vano a la llegada del otoño nos defenderemos del Austro, tan nocivo a la salud.

Tenemos que visitar el negro Cocito, que desliza lánguidamente su curso, y ver la raza infame de Dánao, y a Sísifo, el hijo de Eolo, condenado

a su eterno suplicio.

Habrás de dejar tus campos, tu casa, tu placentera esposa, y de todos los árboles que cultivas sólo acompañará a su dueño de un día

el aborrecido ciprés.

Un heredero más digno consumirá el Cécubo que guardas con cien llaves, y hará correr por el rico pavimento el vino, que sería envidiado en las mesas de los pontífices.

Horace, Oda 3.9 [VVoce] Diàleg entre Horaci i Lídia

'Donec gratus eram tibi

nec quisquam potior bracchia candidae

ceruici iuuenis dabat,

Persarum uigui rege beatior.'

'Donec non alia magis 5

arsisti neque erat Lydia post Chloen,

multi Lydia nominis,

Romana uigui clarior Ilia.'

'Me nunc Thressa Chloe regit,

dulcis docta modos et citharae sciens, 10

pro qua non metuam mori,

si parcent animae fata superstiti.'

'Me torret face mutua

Thurini Calais filius Ornyti,

pro quo bis patiar mori, 15

si parcent puero fata superstiti.'

'Quid si prisca redit Venus

diductosque iugo cogit aeneo,

si flaua excutitur Chloe

reiectaeque patet ianua Lydiae?' 20

'Quamquam sidere pulchrior

ille est, tu leuior cortice et inprobo

iracundior Hadria,

tecum uiuere amem, tecum obeam lubens.'

HORACIO.– Cuando tú me amabas y ningún rival poderoso oprimía tu cuello con sus brazos, me sentía más feliz que el rey

de los persas.

LIDIA.– Cuando no ardías más por otra y Lidia no reinaba en tu corazón después de Cloe, la fama de Lidia llegó a ser más ilustre

que la de la romana Ilia.

HORACIO.– Ahora me domina Cloe de Tracia, que a su voz dulcísima reúne el arte de pulsar ta cítara, y por ella no temería morir si los hados perdonasen su vida, que me es tan adorable.

LIDIA.– Calais, el hijo de Órnito de Turio, me abrasa en su propia llama, por quien sufriría dos veces la muerte si así lograba que el destino respetase a joven

de mí tan querido

HORAClO.– ¿Y si vuelve el amor que antes nos profesábamos y sujeta con férreos lazos nuestros corazones?' ¿Y si doy alolvido a la rubia Cloe y abro mi puerta a Lidia, a quien rechacé?

LIDIA.– Aunque mi amante es más hermoso que un astro y tú más ligero <leve> que el corcho y más iracundo que el oleaje del Adriático, seré feliz en tu compañía, y moriré gozosa contigo.

Horace, Oda 3.30 [VVoce] A Melpomene Inmortalitat del poeta

Exegi monumentum aere perennius

regalique situ pyramidum altius,

quod non imber edax, non Aquilo inpotens

possit diruere aut innumerabilis

annorum series et fuga temporum. 5

Non omnis moriar multaque pars mei

uitabit Libitinam; usque ego postera

crescam laude recens, dum Capitolium

scandet cum tacita uirgine pontifex.

Dicar, qua uiolens obstrepit Aufidus 10

et qua pauper aquae Daunus agrestium

regnauit populorum, ex humili potens

princeps Aeolium carmen ad Italos

deduxisse modos. Sume superbiam

quaesitam meritis et mihi Delphica 15

lauro cinge uolens, Melpomene, comam.

.

He acabado un monumento más duradero que el bronce

y más alto que las regias tumbas de las pirámides,

que no podran destruir la lluvias voraz, el Aquilón impotente

la innumerable sucesión de los años,

ni la huida de los tiempos

No moriré del todo. Y una gran parte de mí
se salvará de Libitina
, y mi gloria crecerá de día en día

con las alabanzas de la posteridad,

mientras el pontífice suba al Capitolio

junto a la virgen [vestal] silenciosa.

Se dirá de mí, allí donde el violento
Aufido fluye ruidosamente y donde
Dauno, pobre de agua, reinó
sobre silvestres pueblos,
que yo <siendo humilde> fui el primero que ajustó a la lira latina los cantos eolios. ¡Oh Melpómene!, llénate del orgullo que infunden tus méritos y ven a ceñir mi frente con el laurel de Apolo.

Horaci, Èpode 2, [VVoce fins v. 36]

Metrum: trimeter iambeus et dimeter iambeus

‘Beatus ille qui procul negotiis,

ut prisca gens mortalium,

paterna rura bubus exercet suis

solutus omni faenore,

5neque excitatur classico miles truci

neque horret iratum mare

forumque vitat et superba civium

potentiorum limina.

ergo aut adulta vitium propagine

10altas maritat populos

aut in reducta valle mugientium

prospectat errantis greges

inutilisque falce ramos amputans

feliciores inserit

15aut pressa puris mella condit amphoris

aut tondet infirmas ovis.

vel cum decorum mitibus pomis caput

Autumnus agris extulit,

ut gaudet insitiva decerpens pira

20certantem et uvam purpurae,

qua muneretur te, Priape, et te, pater

Silvane, tutor finium.

libet iacere modo sub antiqua ilice,

modo in tenaci gramine:

25labuntur altis interim ripis aquae,

queruntur in silvis aves

frondesque lymphis obstrepunt manantibus,

somnos quod invitet levis.

at cum tonantis annus hibernus Iovis

30imbris nivisque conparat,

aut trudit acris hinc et hinc multa cane

apros in obstantis plagas

aut amite levi rara tendit retia

turdis edacibus dolos

35pavidumque leporem et advenam laqueo gruem

iucunda captat praemia.

quis non malarum quas amor curas habet

haec inter obliviscitur?

quodsi pudica mulier in partem iuvet

40domum atque dulcis liberos,

Sabina qualis aut perusta solibus

pernicis uxor Apuli,

sacrum vetustis exstruat lignis focum

lassi sub adventum viri

45claudensque textis cratibus laetum pecus

distenta siccet ubera

et horna dulci vina promens dolio

dapes inemptas adparet:

non me Lucrina iuverint conchylia

50magisve rhombus aut scari,

siquos Eois intonata fluctibus

hiems ad hoc vertat mare,

non Afra avis descendat in ventrem meum,

non attagen Ionicus

55iucundior quam lecta de pinguissimis

oliva ramis arborum

aut herba lapathi prata amantis et gravi

malvae salubres corpori

vel agna festis caesa Terminalibus

60vel haedus ereptus lupo.

has inter epulas ut iuvat pastas ovis

videre properantis domum,

videre fessos vomerem inversum boves

collo trahentis languido

65positosque vernas, ditis examen domus,

circum renidentis Laris.’

haec ubi locutus faenerator Alfius,

iam iam futurus rusticus,

omnem redegit idibus pecuniam,

70quaerit kalendis ponere.

“Feliz aquel que lejos de los negocios,

como la antigua raza de los mortales,

los paternos campos con las reses hostiga suyas,

liberado de toda usura,

5y no le despierta, soldado, la trompeta brava,

ni le espanta el iracundo mar,

y el foro evita, y los soberbios -de los ciudadanos

más poderosos- umbrales.

Así pues, o con el adulto retoño de las vides

10marida los altos álamos,

o en un retirado valle inspecciona

de los mugientes las errantes greyes,

y las inútiles ramas con su hoz amputando

más venturosas injerta,

15o exprimidas mieles esconde en puras ánforas

o tunde infirmes ovejas.

O cuando su cabeza, de suaves frutas hermoseada,

el Otoño de los campos levanta,

cómo goza cogiendo las inseridas peras

20y, que compite con la púrpura, la uva,

con la que te obsequie a ti, Priapo, y a ti, padre

Silvano, guardián de las lindes.

Gusta de yacer ora bajo la antigua encina,

ora en la tenaz grama:

25caen entre tanto de sus altas riberas las aguas,

se quejan en los bosques las aves,

y las frondas importunan con sus linfas manantes,

lo que a unos sueños invita leves.

Mas cuando el año invernal del Tonante Júpiter

30lluvias y nieves depara,

o acosa agrios jabalíes por aquí y por allá

con mucha perra a las contrarias mallas

o con una pértiga lisa tiende ralas redes,

de los tordos comilones las trampas,

35y una temblorosa liebre y una forastera grulla

captura, alegres premios.

¿Quién de las malas preocupaciones que el amor tiene

en medio de esto no se olvida?

Que si una púdica mujer en su parte ayuda

40a la casa, y a sus dulces hijos,

como una sabina o, tostada de los soles,

la mujer de un esforzado ápulo,

el sagrado hogar acopia de vetustos leños

a la llegada de su cansado hombre

45y, encerrando en los tejidos cañizos el ganado,

sus tensas ubres les seca,

y, los vinos de hogaño sirviendo en dulce jarra,

festines no comprados prepara:

no me agradarían los lucrinos crustáceos

50o más el rémol o el escaro,

si alguno hay que el temporal, atronando en los orientales oleajes, torna hacia este mar;

no la africana ave descienda al vientre mío,

no el urogallo jónico

55más grato que elegida de las pingüísimas

ramas la oliva de los árboles,

o la hierba de la acedera que los prados ama, y para el grave cuerpo las malvas salubres

o la cordera asesinada para las fiestas Terminales

60o el cabrito arrebatado al lobo.

Entre estos manjares cómo agrada las pacidas ovejas

ver, apresurándose a la casa,

ver con el arado invertido cansadas las reses,

de él tirando con su cuello lánguido,

65y puestos los esclavos nativos, examen de una rica casa, alrededor del relumbrante Lar.”

Esto cuando habló, el usurero Alfio,

a punto, a punto de hacerse campesino,

toda la ganacia recogió en las Idus,

70e intenta en las calendas colocarla.

ÉPODO 3: Amistat amb Mecenas. Maledicció de l’all.

Metrum: trimeter iambeus et dimeter iambeus

Parentis olim siquis impia manu
senile guttur fregerit,
edit cicutis alium nocentius.
o dura messorum ilia.

5 quid hoc veneni saevit in praecordiis?
num viperinus his cruor
incoctus herbis me fefellit? an malas
Canidia tractavit dapes?
ut Argonautas praeter omnis candidum

10 Medea mirata est ducem,
ignota tauris inligaturum iuga
perunxit hoc Iasonem,
hoc delibutis ulta donis paelicem
serpente fugit alite.

15 nec tantus umquam siderum insedit vapor
siticulosae Apuliae
nec munus umeris efficacis Herculis
inarsit aestuosius.
at siquid umquam tale concupiveris,

20 iocose Maecenas, precor,
manum puella savio opponat tuo,
extrema et in sponda cubet.

III CONTRA EL AJO

Si algún criminal con mano impía hubiese cortado la cabeza de su anciano padre, condénesele a comer ajos, más ponzoñosos que la cicuta.

¡Oh duros vientres de los segadores!, ¿qué veneno roe mis entrañas?

¿Es sangre de víbora cocida con estas hierbas la que me abrasa, o fue este manjar aderezado por Canidia?

Cuando Medea, entre todos los argonautas, escogió por amante al hermoso Jasón, untólo con zumo de ajos para que sujetase los indómitos toros, y con ajos envenenó los presentes que la vengaron de su rival antes de huir sobre el alado dragón.

Jamás ningún astro lanzó tan cálidos vapores a la sedienta Apulia, ni la túnica envenenada ardió con tal violencia sobre los hombros del pujante Hércules.

Si un día deseas comerlos, jovial Mecenas, que tu amante rechace tus besos con su linda mano, y se acueste, lejos de ti, al borde de la cama.

E p o d o X V I Metrum: hexameter et senarius

Altera iam teritur bellis civilibus aetas,
suis et ipsa Roma viribus ruit.
quam neque finitimi valuerunt perdere Marsi
minacis aut Etrusca Porsenae manus

5 aemula nec virtus Capuae nec Spartacus acer
novisque rebus infidelis Allobrox,
nec fera caerulea domuit Germania pube
parentibusque abominatus Hannibal:
impia perdemus devoti sanguinis aetas

10 ferisque rursus occupabitur solum;
barbarus heu cineres insistet victor et Urbem
eques sonante verberabit ungula,
quaeque carent ventis et solibus ossa Quirini,
- nefas videre - dissipabit insolens.

15 forte quid expediat communiter aut melior pars,
malis carere quaeritis laboribus;
nulla sit hac potior sententia: Phocaeorum
velut profugit exsecrata civitas
agros atque lares patrios habitandaque fana

20 apris reliquit et rapacibus lupis,
ire, pedes quocumque ferent, quocumque per undas
Notus vocabit aut protervos Africus.
sic placet? an melius quis habet suadere? secunda
ratem occupare quid moramur alite?

25 sed iuremus in haec: «simul imis saxa renarint
vadis levata, ne redire sit nefas;
neu conversa domum pigeat dare lintea, quando
Padus Matina laverit cacumina,
in mare seu celsus procurrerit Appenninus

30 novaque monstra iunxerit libidine
mirus amor, iuvet ut tigris subsidere cervis,
adulteretur et columba miluo,
credula nec ravos timeant armenta leones
ametque salsa levis hircus aequora.»

35 haec et quae poterunt reditus abscindere dulcis
eamus omnis exsecrata civitas
aut pars indocili melior grege; mollis et exspes
inominata perpremat cubilia.
vos, quibus est virtus, muliebrem tollite luctum,

40 Etrusca praeter et volate litora.
nos manet Oceanus circumvagus: arva beata
petamus, arva divites et insulas,
reddit ubi cererem tellus inarata quotannis
et imputata floret usque vinea,

45 germinat et numquam fallentis termes olivae
suamque pulla ficus ornat arborem,
mella cava manant ex ilice, montibus altis
levis crepante lympha desilit pede.
illic iniussae veniunt ad mulctra capellae

50 refertque tenta grex amicus ubera
nec vespertinus circumgemit ursus ovile
neque intumescit alta viperis humus;

61 nulla nocent pecori contagia, nullius astri

62 gregem aestuosa torret impotentia.

53 pluraque felices mirabimur, ut neque largis
aquosus Eurus arva radat imbribus,

55 pinguia nec siccis urantur semina glaebis,
utrumque rege temperante caelitum.
non huc Argoo contendit remige pinus
neque impudica Colchis intulit pedem,
non huc Sidonii torserunt cornua nautae,

60 laboriosa nec cohors Ulixei.

63 Iuppiter illa piae secrevit litora genti,
ut inquinavit aere tempus aureum,

65 aere, dehinc ferro duravit saecula, quorum
piis secunda vate me datur fuga.

XVI A LOS ROMANOS

Una nueva edad se ensangrienta con las guerras civiles, y Roma se destruye con sus propias fuerzas.

La ciudad que no pudieron abatir los marsos, sus vecinos, ni el ejército etrusco del amenazador Pórsena, ni la emulación arrogante de Capua, ni los bríos de Espártaco, ni el infiel piamontés <los alóbroges> amigo de revueltas, ni la rubia juventud de la belicosa Germania, ni Aníbal, tan aborrecido de nuestras madres,

la perdemos nosotros, raza impía y manchada de crímenes, y las fieras salvajes vendrán un día a ocupar nuevamente su suelo.

El bárbaro vencedor hollará nuestras cenizas; el paso resonante de sus caballos se dejará sentir sobre nuestras ruinas y, ¡horrible profanación!, su insolencia esparcirá los huesos de Quirino, hasta hoy defendidos

de los vientos y los soles.

¿Acaso todos o la mejor parte de vosotros busquéis solícitos el remedio a tanta calamidad.

Ved aquí el dictamen más prudente. Como los focenses, maldiciendo su ciudad, abandonaron

sus campos, sus patrios Lares y consintieron que profanasen sus templos los jabalíes y rapaces lobos, huyamos adonde nos empuje Ia suerte, adonde por medio de los mares nos lleven el Noto

o el Ábrego violento.

¿0s resolvéis o hay quien proponga remedio mejor? ¡Ea!, ¿por qué vacilamos en hacernos a la vela

con prósperos auspicios?

Pero antes hagamos este juramento: «Que nadie piense en regresar hasta que naden en la superficie los peñascos arrancados al fondo del abismo, y sólo nos sea lícito dirigir el curso hacia nuestras playas cuando llegue la corriente del Po a las cumbres del Matino, y se derrumbe el excelso Apenino sobre el mar, cuando un amor inconcebible se deleite en uniones tan monstruosas, que el tigre halle placer en ayuntarse con el ciervo, la paloma adultere con el milano, los tímidos rebaños se confíen crédulos a los fieros leones y el macho cabrío se bañe a gusto en las salobres olas.»

Hechos estos juramentos y los que pueden impedirnos el ansiado regreso, huyamos todos de la execrada ciudad, o si no la mejor parte de sus indóciles habitantes; que los tímidos y sin fuerzas reposen muellemente en sus lechos afrentados.

Pero vosotros, raza de héroes, no os entreguéis a llantos femeniles, y volad lejos de las playas etruscas. El inmenso Océano nos llama; busquemos a través de sus olas los campos venturosos y las islas florecientes donde la tierra, sin ser arada, produce todos los años abundancia de espigas, y la viña no podada florece con la mayor lozanía; donde las ramas del olivo jamás engañan las esperanzas concebidas, y los dulces higos adornan el árbol que los sustenta; allí mana la miel del hueco de la encina, y se desprenden de los altos montes con grato rumor los cristalinos arroyos;

allí el rebaño vuelve del pasto con las ubres hinchadas, y las cabras se ofrecen gustosas a tas manos que las ordeñan; no aúlla por la tarde el oso en torno del redil, ni se ven montones de tierra por las víboras levantados.

Dichosos mil veces, veremos que nunca el Euro lluvioso devasta los campos con sus torrentes, ni la árida gleba seca las fecundas semillas, porque Jove templará el rigor de las contrarias estaciones.

Nunca a fuerza de remos llegó la nave de los argonautas, ni la impúdica Medea pudo imprimir sus huellas, ni los marinos de Sidón o la chusma trabajada de Ulises enderezaron allí sus proas; ningún contagio se ceba allí en los ganados, ni los aniquila la influencia letal de un astro maligno.

Júpiter consagró estas playas a gentes piadosas, cuando el bronce vino a manchar la pureza del siglo de oro. Tras el bronce corrieron los siglos aún más duros del hierro, de los cuales pueden huir a estas regiones los hombres inocentes. Creed en la verdad de mis profecías.