La conclusión es la última parte del informe y en ella se formulan las ideas más relevantes que se han obtenido sobre nuestro tema de investigación. Son respuestas claras a las preguntas que nos hacíamos al principio del proceso. Por ello es importante no repetir lo que ya se ha planteado en la introducción, sino orientarlo para dar validez a los datos que hemos aportado.
En la conclusión ha de quedar explícito si la hipótesis planteada al principio del proceso es o no válida. Para ello conviene enunciarla de nuevo y enumerar todos los aspectos que se corroboran y todos los que se rechazan. Puede ser de utilidad realizar una lista de dos columnas en la que se confronten los datos. A partir de la lista se puede iniciar el redactado.
Las conclusiones son siempre respuestas claras a las preguntas que han ido surgiendo a lo largo del proceso de investigación y, por tanto, son juicios de valor respecto a un tema tratado y, como tales, han de estar bien argumentados. No olvides que
una conclusión puede responder a varias preguntas al mismo tiempo y que varias conclusiones pueden dar respuesta a una sola pregunta.
A veces,
las conclusiones se pueden obtener del análisis e interpretación de los datos, de hallazgos documentales o a partir de conocimientos.
Las conclusiones se han de presentar agrupadas temáticamente evitando, en la medida de lo posible, seguir el mismo orden en que se formulado las preguntas o se han expuesto los datos en el cuerpo del trabajo.
Asimismo, es importante indicar si nuestras conclusiones concuerdan o contrastan con otras opiniones. Se puede relacionar nuestro tema con otros temas o con el impacto que puede provocar o el interés que puede suscitar.
El último párrafo de la conclusión debe actuar a manera de cierre a las ideas antes desarrolladas. Es aconsejable concluir con una cita interesante, a manera de broche final.