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Los Baquedano
Ni el recuerdo queda ya en el pueblo de Baquedano del solar que dio origen al linaje de los "Baquedano", a pesar de que, LOS BAQUEDANO
Ni el recuerdo queda ya en el pueblo de Baquedano del solar que dio origen al linaje de los "Baquedano", a pesar de que,de que, todavía en 23 de julio de 1686, don Diego Ramírez de Baquedano conseguía sentencia de la real corte por la que se le declaraba como dueño y señor del palacio del lugar de Baquedano, que es cabo de armería y cabeza de linaje.
Es el de los "Baquedano". el linaje que deja una huella más marcada en la historia de Améscoa y en la merindad de Estella.
Al clarear de la historia de Améscoa encontramos personajes de este apellido como alcaides a los que los reyes confían la guarda de sus castillos, recibiendo mercedes, regentando los bailíos de Val de Améseca y Val de Arana; y a lo largo de¡ siglo XV ocupan puestos de responsabilidad y de confianza absoluta de los reyes, intervienen con sus gentes en la defensa de las fortalezas. toman parte en incursiones armadas y en guerras... Por no ser prolijo, cito algunos nombres y fechas: en 1265 don Juan Périz de Baquedano, manda como alcaide la fortaleza de Oro; a Sancho Ramírez de Baquedano, alcaide de Artajo en 1375, se le conceden los bailíos de Améscoa y Val de Arana: Diego de Baquedano es maestro de finanzas y tesorero del reino; en 1430 Beltrán de Baquedano guarda con 18 hombres la fortaleza de San Martín. . y toda una dinastía de Baquedanos gobiernan como abades el monasterio de Iranzu. Don Fernando desde principios de siglo hasta 1441, don Gonzalo en la década 1460-70 y fray Diego de 1470 hasta el año 1499.
En aquella división de los dos bandos que ensangrentaron el reino de Navarra y ocasionaron la muerte de su in- dependencia (me refiero a los beamonteses y agramonteses) los Baquedano militaron en el bando agramontés. luego de iniciada la lucha entre el infortunado don Carlos, Príncipe de Viana, y su padre, los Baquedano se ponen del lado de don Juan 11 de Aragón y de Navarra, quien en el año 1456 concede el molino de Améscoa y la pecha de Val de Arana y Améscoa, con los derechos de peajes, puertos, sacas y baillos de dichos valles, a don Juan Fernández de Baquedano, "que tiene solar y casa en los confines y frontera de Alava" En lo sucesivo, y hasta ser extinguida por los labradores del valle en 1734, esta -pecha- la cobrarán los sucesores de don Juan F. de Baquedano en el mayorazao que irá vinculado al palacio de San Martín.
La fortaleza o casa-torre de San Martín es una construcción defensiva de principios del siglo XV. de planta rectangular y tres pisos de altura. Sólo tiene ventanas en la fachada que da al Este. y en su costado occidental lleva saeteras en su parte inferior y una graciosa almena a la altura del tercer piso. Estaba rodeada de una pared-muralla con cubos defensivos en sus ángulos. Esta fortaleza estará en vigía permanente, avizorando desde su almena las tierras de Alava. y a veces en tensión guerrera, como en 1430. en que Beltrán de Baquedano la guarda con dieciocho ballesteros, o como en 1494 en que se conmina a don Fernando de Baquedano fortifique las iglesias de Larraona y Eulate y las fortalezas de San Martín y Gollano.
Sus señores cuentan con la confianza de los reyes y gozan de gran prestigio en la merindad, y así. cuando las tropas de Fernando el Católico invaden el reino de Navarra, es el señor del palacio de San Martín, don Juan Ramírez de Baquedano, el que defiende la ciudad de Estella de cuyo castillo era alcaide. y lo hace con tal arrojo, valentía y nobleza, que al verse obligado a rendirse (hablo por boca del P. Moret) "se le permitió salir con su guarnición puesta en armas, banderas desplegadas y todos los demás honores que se conceden a los valientes"
D. Fernando de Baquedano. Del linaje de los Baquedanos, el personaje más digno del recuerdo y la simpatía de los amescoanos es, sin duda alguna, do,, Fernando de Baquedano, sacerdote distinguido en la vida eclesiástica de la diócesis de Pamplona, de la que llegó a ser vicario general. Fue don Fernando protonotario del reino, servidor fiel y consejero y confidente de nuestras últimos reyes don Juan .y doña Catalina. Fue, en fin, un enamorado de Améscoa a la que intentó beneficiar con los recursos que tuvo a su alcance.
En 1456 era canónigo de Tudela. En 9 de mayo de 1469 Paulo II lo nombró ecónomo y vicario general de Pamplona, sede vacante, pero ante las reclamaciones del cabildo, que pretendía estar en posesión de nombrar los oficiales en las vacancías anuló la comisión. A instancias del sínodo de 1499 recogió y compiló todas las constituciones sinodales diocesanas promulgadas hasta entonces, salvándolas así de la desaparición. Corrigió el Breviario Diocesano por lo menos dos veces, una en 1500.
Ya en 1462, en ordenanza hecha por don Juan 11, se le con- cedió el titulo de secretario, y en calidad de tal, acompaña a Pierres de Peralta en una embajada al servicio de su rey, Don Fernando acompaña a la princesa doña Leonor en aquel día luctuoso en que Pierres de Peralta mató al obispo don Nicolás de Chávarri. En 1492 era consejero y maestro de finanzas u oidor de comptos del reino de Navarra, y en la coronación y juramento de don Juan de Labrit y de doña Catalina (10 de enero de 1494) actúa don Fernando protonotario del reino, como notario público y fehaciente del acto. Del interés y amor de don Fernando por el valle de Améscoa dan fe las siguientes instituciones, todas ellas en favor de los de Gollano: el Arca de Misericordia, el palacio. la colegiata y el privilegio de hidalguía para los habitantes del lugar.
Las Arcas de Misericordia fueron graneros locales destinados a anticipar trigo y semillas a las clases necesitadas del campo que carecían de ella para la siembra o para el pan cotidiano en el invierno, mediante un módico interés. Desempeñaron un buen papel en los tiempos en que no existían créditos y la usura abusiva era un mal muy generalizado. Don Fernando fundó un Arca en Gollano el 20 de diciembre de 1480.
El Palacio. Su amor a Navarra, su lealtad a sus reyes, y tal vez el interés por promocionar el valle de su apellido, le llevaron a levantar en Gollano una fortaleza que don Julio Altadill describe así: "Torre rectangular en su base, totalmente erigida en piedra, con saeteras y ventanas de diferentes formas, situadas indistintamente en sus cuatro frentes. Conserva todo su remate consistente en un matacán de piedra. En la parte más baja del frente sur está la puerta de salida al foso, que es rectangular también, de unos cuatro metros de anchura y que solamente en su parte norte conserva vestigios de aspillerado. La escalera interior ha desaparecido, menos los seis primeros peldaños. Es de las llamadas de caracol y de diámetro reducido. El acceso a este edificio tenía lugar por el Este, mediante un paso dispuesto sobre el foso, sobre amplio y sólido arco de piedra, cuyas dovelas de arranque todavía se ven en su prístino lugar". Así se conservaba en los tiempos de Altadill, pero hoy es una pura ruina.
Colegiata y rectoría. Empinada sobre el pueblo, y atalayando desde un mirador magnífico el valle, está la iglesia de San Bartolomé de Gollano. Contiguos a la iglesia que- dan restos de lo que fue colegiata, y aún se conserva en buen estado la sillería de¡ coro, labrada en roble. El 22 de agosto de 1480 don Fernando de Baquedano, único patrón de la iglesia de San Bartolomé, instituyó tres prebendas y fundó tres beneficios para el servicio de la iglesia. Para sustento y dote de los mismos hace donación de todas y cada una de las diezmas de la villa y lugar de Ordoiz, cercana a la ciudad de Estella, los cuales, dice, "compré yo con mi propia hacienda". También dona para las dichas prebendas dos viñas, una en Estella, cerca de la iglesia de San Lorenzo. y la otra en términos de Amillano.
La fundación fue aprobada por el obispo Alonso de Carrillo. Don Fernando se instituye como patrón único con derecho a presentar para rector y beneficiados, a sí mismo en su tiempo, y a los sucesores y señores de la casa de Gollano en lo sucesivo.
Entre las condiciones que han de tener los presentados. una de ellas es "que tenga su origen del lugar de Gollano, y, si en la parentela no se hallase, que sea del valle de Amáscoa". También ordena que rector y beneficiados han de residir en la misma iglesia y hacer habitación en las casas contiguas a la misma. las cuales había comenzado a edificar, y en breve tiempo, queriéndolo el Señor, las acabará.
Privilegio de hidalguía del año 1476. A raíz de una visita hecha por el rey don Juan 11 al palacio de Gollano, y a petición de¡ fiel consejero real, decidió el monarca garantizar la defensa de Améscoa otorgando fueros especiales al lugar donde radicaba el palacio. Contaba el pueblecito con sólo cinco vecinos, estando al borde de la desaparición. Don Juan ordenó que, en adelante y perpetuamente, los vecinos y habitantes de dicho lugar, fueran "ingenuos, francos, libres e quitos de pechas". y de otras cargas y servidumbres reales, lo mismo que cuantos amescoanos o de otras tierras quisieran venir a repoblar Gollano, "habida consideración de que las tierras castellanas los exponían a defenderse en esta zona de Navarra de las incursiones ene- migas. no escasas por desgracia"
Al digno protonotario, dueño del palacio, del otorgó también la merced de inmunidad personal para cuantos se acogieran a esta fortaleza y sus contornos, en un espacio "de doscientas pasadas, contando del cantón de la cava de dicha fortaleza", por delitos de hurto, robo, homicidios y otros crímenes, mientras no fueran de lesa majestad, herejes notorios, salteadores o causantes de muerte premeditada. Por este privilegio, aprobado por las Cortes de Olite y confirmado por doña Magdalena en 1480. todos los vecinos de Gollano entraron a formar parte del estado de hijosdalgo. con los privilegios que otorgaban los fueros del reino a esta clase social, entre ellos el de exención de prestación personal en las guerras. Tal aconteció en 1521, cuando Juan Ramírez de Baquedano, señor del palacio de San Martín, reclutó gentes de los pueblos de Amáscoa para ir a Castilla. los de Gollano alegaron su privilegio, lo mismo que veinte años después, cuando el virrey don Juan de Vega ordenó hacer "alarde" o llamamiento general a guerra. En las expediciones del virrey duque de Alburquerque a Francia. participaron los amescoanos, capitaneados por Diego Ramirez de Baquedano, excepto los enfranquecídos hidalgos de Gollano, En diferentes ocasiones, su privilegio les exime de alojar en las casas del pueblo a gentes de armas, de aportar provisiones y raciones a las tropas rea- les, de contribuir con gente. caballerías o dinero para las obras de fortificación de la capital de¡ reino, perdurando esta situación hasta finales del siglo XVIII en plena vigencia.
Los Baquedano. después de la incorporación. Después de la conquista de Navarra por Fernando e¡ Católico, única- mente dos familias del linaje de los Baquedano afincaron en Améscoa: una, la de los herederos de don Fernando (el protonotario), y la otra. la del señor del palacio de San Martín. Torre y palacio habían perdido todo su valor estratégico militar.
la torre-fortaleza de Gollano se reduce a ser mansión de los herederos de don Fernando de Baquedano, que tan sólo residieron en ella durante el espacio de un siglo, ya que aquel vivir estrecha y severamente en el valle no les satisface y desaparecen de Améscoa a principios del siglo XVII. No obstante el palacio sigue amueblado y por lo menos a lo largo de dos siglos. los señores. que viven en Pamplona, continúan muy ligados a Gollano, no tanto por sus propiedades como por el patronazgo de la colegiata, en cuya capilla de San Bartolomé fueron enterrados sus cadáveres. En este tiempo debieron de disfrutar de un rango relevante en la sociedad pamlonesa, a juzgar por los títulos que ostentaba don Fernando de Baquedano, que murió en abril de 1786 y se intitulaba marqués del Fuerte Gollano, del Consejo de Su Majestad, su oidor y decano en el tribunal de Comptos de Navarra. señor y abad de Erdoiza, caballero pensionado de la orden de Carlos III y patrono de la parroquia de San Bartolomé.
El palacio de San Martín. Don Juan, señor del palacio, defensor de Estella, fiel a sus reyes, les siguió al destierro donde murió. Mientras canto, un aprovechado de la situación. un tal Diego Martínez de Alaba. despojó a la mujer de nuestro caballero de sus palacios y hacienda. Doña Catalina, que así se llamaba la señora de don Juan Ramírez de Baquedano. recurrió ante el virrey. pero la situación no se normalizó del todo hasta la "Capitulación de Fuenterrabía". (febrero de 1524). En ella se ordena que sea devuelta la hacienda a la señora de San Martín, por haber muerto el señor de San Martín en Francia, que onsta por traslado del original de Francisco Miranda; y la hacienda, que tiene Diego de Alaba, manda Su Majestad ea devuelta y se recompense a dicho Diego sobre 500 reales..
El palacio fue habitado ininterrumpidamente hasta el siglo XVIII. y el mayorazgo fue transmitiéndose en todo ese tiempo de padres a hijos por línea masculina, conservan- ose hasta el final el apellido Ramírez de Baquedano.
El palacio es en realidad una casa de labranza, y la familia una de las que forman la pequeña parroquia de San Martín. en cuyos libros quedan registrados los acontecimientos familiares más importantes: bautismos. bodas, defunciones. Personajes ilustres apadrinan a sus hijos. a los entierros es invitada toda la clerecía de los dos valles y el asiento en que se sienta el señor del palacio en la iglesia es suyo propio, sin derecho ni concurso de otra persona alguna y por ser así están en el dicho asiento esculpidas s armas de los Ramírez de Baquedano.
Tanto los señores del palacio de Gollano como los del San Martín debieron gozar, en un principio, de la estima confianza del pueblo. Sin embargo. el afán de medro personal, su empeño en rehuir los deberes que corno vecinos les corresponden, a la par de pretender preeminencias y preferencias en los aprovechamiento, fue distanciado a estos señores de sus conveniencias y de la gente del valle.
He ojeado los viejos y olvidados papeles de nuestros en que, sin embargo, se encuentran jirones de la vida de nuestros pueblos y me ha impresionado la estima que tenían nuestras gentes de sus derechos de hombres libres y su tesón en defenderlos. Como prueba de mi aserto ahí van tres botones de muestra.
Litigios sobre el nombramiento de Rector y Beneficiados de la Colegiata. A mediados del siglo XVIII era Señor del palacio de Gollano don José Antonio de Baquedano, casado con doña Teresa de Ubago, vecinos de Pamplona donde residían. Se intitulaba marqués del Fuerte Gollano y patrono único de la rectoría y beneficios de su iglesia colegial, y como tal nombró para la rectoría, a la muerte de don Juan Pérez de Eulate, a don Joaquín de Arbizu, presbítero vicario de la parroquia¡ de Ciraugui. Este nombramiento sentó muy mal a los amescoanos y a él se opuso, apoyado por el valle, don José de Urra, natural de Urra y vicario de Zabalza.
Alegaba este sacerdote amescoano que el marqués no se había atenido a lo estatuido y ordenado por el fundador de la colegiata, de que "el patrono ha de presentar para los beneficios, a quien hubiere su origen del dicho lugar de Gollano y si en la parentela no se hallaren, que sea de Amescoa". Y no se contentaran con oponerse al nombramiento, hicieron más. Usando los vecinos de Gollano de la facultad y derecho que por la fundación de la colegiata se les concede, nombraron y presentaron para la rectoría al mencionado José de Urra. Más de diez años duró este forcejeo entre el marqués y los amescoanos. entre don José de Urra y los rectores nombrados por el marqués. Don José de Urra contaba con el apoyo de los vecinos de Gollano y con el valle de Amáscoa, pero la autoridad eclesiástica se puso de parte del marqués. El provisor de la diócesis falló a favor del marqués y el Tribunal de la Rota, ante el que apeló don José de Urra, confirmó la sentencia del provisor y condenó con costas a don José y al valle de Améscoa.
Sobre el derecho de nombrar alcalde. En 20 de abril de 1603 el rey Felipe 111 hizo merced de la jurisdicción baja y media a don Fernando de Baquedano "cuyos dice son los palacios de Lácar y Gollano". los vecinos de Améscoa recurrieron a Su Majestad alegando "que la merced hecha a don Fernando iba en perjuicio suyo, por ser suya la jurisdicción y tenerla como tienen por escritura desde tiempo inmemorial a esta parte, y siempre han nombrado y nombran alcalde que los juzgue y determine sus pleitos, sin que se necesite, como los demás del reino. de confirmación del virrey ni demás de su gobierno". El rey tuvo a bien revocar la merced hecha a don Fernando y declarar "que es voluntad suya que de aquí en adelante y para siempre jamás, toque y pertenezca al valle el nombramiento de alcalde". Los amescoanos vieron reconocidos sus fueros, pero este reconocimiento costó al valle dos mil ducados "donados al rey para sufragar los cuantiosos gastos de las guerras de Italia"
Sobre la pretensión de don José Ramírez de Baquedano de titularse señor de San Martín. A principios del siglo XVII, don José Ramírez de Baquedano comenzó a llamarse señor de San Martín; pero ni el pueblo. ni los vecinos, ni el concejo, estaban dispuestos a tolerarlo Y pidieron al rey Felipe IV "que sea multado y condenado... y que de aquí adelante no se intitule, ni llame, so graves penas, señor de San Martín. por escrito ni de palabra y que se borre y reste este título donde quiera que se hallare". Afirman resueltamente que "ellos no son labradores solariegas, sino del rey, y todas sus heredades son suyas propias. sin parte, ni derecho, ni concurso del dicho don José ni sus pasados... y el lugar es realengo y todos sus vecinos y moradores han sido vasallos del rey N. Señor. sin que hayan. ni tengan. ni hayan reconocido, ni reconozcan otro señor temporal. ni que tenga dominio sobre ellos ni jurisdicción alguna".
El rey dio la razón al concejo de San Martín y condenó a don José: pero éste no se dio por vencido e insistió pidiendo la revisión de la causa. "acudiendo con nuevas razones y lugares de las Historias de Zurita y Zamalloa, don- de tratando de algunas guerras en que se hallaron sus pasados, hacen mención en particular de don Juan Ramirez de Saquedano y lo llaman Señor de San Martín". A lo que el procurador del concejo de San Martín contesta "que las palabras de los historiadores son únicamente narrativas y, no tienen ellas autoridad para dar títulos a los que no los tienen". Terminó la causa con la sentencia de la Real Cámara y consejo: "Fallamos. atento a los autos y méritos del dicho proceso y condenamos al dicho defendiente a que de aquí adelante no se intitule Señor de San Martín, sino solamente Señor del palacio de San Martín.