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Los hijosdalgo
En 1427 el número de hidalgos es más bien escaso. El libro de Fuegos da en Améscoa Baja noventa y ocho fuegos, de los que diecisiete son hidalgos; en Améscoa Alta (Val de Arana), sesenta y cuatro fuegos con veinte hidalgos. A partir del siglo XVI entra en nuestras gentes el sarpullido de hidalguía, que favorecido con la facilidad con que los reyes otorgan títulos de nobleza, hace crecer el núme- ro de hijosdalgo. y adquieren preponderancia como estamento. Su quehacer diario y su jornada laboral no debía diferenciarse mucho la de unas y otros. A Hernando de Andueza, que solicitaba en 1597 ser reconocido como hidalgo. arguye el fiscal del reino: "Que él y sus pasados son y han sido labradores llanos, y como tales se han casado con hijas de labradores. Que, como tales labradores, han sido vacarilos de las vacas y bueyerilos de los bueyes de los particulares y Concejos... y jornaleros y trajinaras públicos por sus personas y sus molinos fusteros, carpinteros y car- boneros, alquilándose a trabajar a jornal en los dichos oficios... y a segar y arar y cavar y ejercer otros oficios del campo".
El procurador de los Andueza responde a esto: "Que ellos no han ejercido todos los oficios que el fiscal alega, pero en el caso de que hayan ejercido algunos de ellos. no por eso han perdido el derecho de hidalguía, teniendo en cuenta la costumbre de la tierra, que es montaña, en la cual no pueden mantenerse sin trabajar en los dichos oficios".
La diferencia más granada entre ambos Estados es el pago de la pecha de que están exentos los hidalgos. Estos eran tremendamente puntillosos en lo tocante a categoría social y preferencias. Unos y otros tenían sus jurados propios y se reunían independientemente en sus "bazares" para tratar y conferir de sus asuntos. Los hidalgos deben preferir a todos los labradores del valle en los asientos de la iglesia, y en el ofrecer, y en tornar la paz, y en la procesión. Gustaban los hidalgos de grabar en el frontis de sus casas el escudo de armas propio del linaje del que se derivaba su nobleza. En muchos casos, al hurgar en sus genealogías encontraban varios hilillos de sangre señorial en sus venas, provenientes de distintos linajes. en cuyo caso dividen el escudo en cuarteles para grabar en ellos las armas de las diferentes casas troncales.