![]() | ![]() | ![]() |
![]() | ||||
![]() | ![]() | ![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() | ||||||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Basilica del Santo Cristo de las
Agonías
En 1594. y por orden del rey Felipe II, fue erigida en los montes reales de Urbasa y Andía una capellanía "para que a los pastores que concurrían al herbago de dichos montes se les celebrase misa los días de precepto y administrase los Santos Sacramentos". Fue su primer capellán don Miguel de Lusarreta quien en prueba testifical para el expediente de erección y como "Abad de la iglesia rural de Nuestra Señora de la Concepción de los montes de Andía a presentación de Su Majestad", dice: "Que la iglesia está reparada convenientemente y tiene sus ornamentos necesarios, misa, cáliz y demás aparejos para decir misa". Esta ermita estuvo en el paraje llamado Icomar., y de ella no quedan más que escombros entre Sosa y los corrales de Munárriz. Al concedérsela el patronato de esta capellanía a don Diego Ramírez de Baquedano, concesión que fue ratificada a su hijo don Fernando en cédula real de 1705, la abadia-capellanía pasó de la ermita de Icomar al palacio de Urbasa de los Baquedano. Se dedicó a capilla el ángulo suroccidental del edificio y sus amplias puertas se abren al vestíbulo de la casa. Preside la basílica una hermosa talla del Santo Cristo de las Agonías, que fue traído de Nápoles y es obra de Jacobo Buonavita. Se hicieron también cuatro cuartos para servir de habitación al capellán, que hasta no hace muchos años residió permanente- mente en el palacio. Estos capellanes tuvieron sus más y sus menos con los pastores que herbageaban en la sierra y con el párroco de San Martín de Améscoa a quien correspondía la jurisdicción parroquial de la misma. Todo fue a causa de los diezmos. Felipe III mandó que "cualesquiera personas, así eclesiásticas como seculares, o conventos religiosos, no pudiesen introducir sus ganados a pastar en los montes reales, ni sembrar trigo ni otras semillas, sin antes y primero se allanasen a pagar diezmos en el diezmario de la abadía-capellanía. Los pastores remoloneaban a la hora de pagar, lo cual dio lugar a una serie de pleitos en que intervinieron: el provisor de la diócesis, la Cámara real y hasta la Diputación del Reino, que creyó que las cédulas reales lesionaban el derecho de los navarros y salió en defensa de los pastores. a los que el capellán llegó hasta "carnerear". las cabezas de ganado que le parecía si antes no afianzaban la prorrata que les correspondía. los pleitos con el párroco de San Martín fueron por cuestión de las sembradoras de los inquilinos de¡ palacio, y en ellos el tribunal eclesiástico dejó bien sentado que las familias que residían en Urbasa estaban agregadas en lo espiritual a la parroquia de San Martín. En la actualidad la capilla de¡ palacio de Urbasa sigue abierta al público y en los domingos y fiestas que van de mayo a octubre, y a las doce horas del día, se reunen en ella, para celebrar su Eucaristía, pastores y ganaderos, veraneantes y montañeros, leñadores y turistas. |